martes, mayo 13, 2014

El inquisidor y su hamaca: respuesta a Gerardo Monroy
























Gerardo Monroy urdió en un mes y nueve días (del 3 de abril al 12 de mayo de 2014) las “precisiones” que según él lo salvan y me vuelven a poner en mi lugar. Pobre. Tanto tiempo para terminar reculando de los dos argumentos “pesados” que demuestran mi incuestionable calidad de “represor” y “mafioso”, a saber, las entrevistas secretas que mantuve con personeros de El Siglo y de otro medio (todavía ignoro cuál). Ya desde allí comenzó mal, tan mal que ni siquiera leyó con cuidado mi respuesta y ahora vuelve exactamente sobre lo mismo, sólo que sin los argumentos “incontestables”. ¿Y qué más podía hacer? Pues nada. Seguir parloteando sin pruebas contra mí.
Dado lo anterior, voy a tratar de demostrar en este texto que ni su primera “carta abierta” (o “artículo”, pues le llamó de esas dos formas) ni sus “precisiones” obedecen a nada que no tenga que ver con su tirria y su ociosidad.
Procedo con una vuelta a su primera “carta abierta” o “artículo”, a ver si ahora sí me lee con atención.

El “redentor” no quiere que yo escriba
Entre otras muchas afirmaciones —según tú inteligentes— de la primera “carta abierta” o “artículo” está una que casi se oculta en el albañal que redactaste: dices que soy un defensor “no solicitado” en el debate, una especie de espontáneo —para decirlo en el argot taurino— que se lanza al ruedo sin estar en el programa. Mira nomás qué ingenioso. El tipo que se la pasa echadote en su casa y exhibe nula presencia en la vida cultural de la comunidad quiere decidir quién participa y quién no participa en los temas que le vengan en gana.
Sonaría jactancioso hacerte una lista de las actividades culturales y académicas en las que he participado desde 2006 a la fecha, incluidas las publicaciones en revistas, periódicos, libros y páginas web, muchísimas de carácter honorario, para que se note claramente quién es el que chambea, así sea modestamente, por la cultura lagunera, y quién es el oportunista que quiere hacerle al mesías exprés de la pobrecita comarca. Para no darle muchas vueltas y para que cualquier persona con internet tenga a la vista una evidencia sobre tu recién estrenado redentorismo, vamos a indagar en nuestros blogs, si te parece. Tal vez en la soledad de tu torre de marfil estás preparando una edición crítica de Pessoa o sin que lo sepamos ofreces conferencias en Lovaina, eso no puedo saberlo, como tú no puedes saber todo lo que yo hago en mi vida personal. Por eso te invito, e invito a la comunidad que nos sigue, a que hagamos juntos un recorrido por esos espacios no pagados, personales, de acceso libre, en los que se puede ver más o menos claramente quién es quién en lo que hace. Ambos, tú y yo, somos escritores, se supone. Perfecto. Ambos, tú y yo, nos interesamos por igual, se supone, en la comunidad con la que convivimos, sobre todo la vinculada al quehacer cultural. Y ambos, tú y yo, sentimos permanentemente la necesidad, dado que gozamos el privilegio de haber accedido a la “cultura”, de formar, de orientar, de educar así sea en un sentido lato, latísimo, a quien sea posible. ¿Ya sabes a dónde voy, verdad? Pues sí, Gerardo, a tu esmirriado blog y a la cantidad de posts que contiene desde 2006 a la fecha. Admiremos esta imagen:



















Como se puede apreciar, tienes una notable, por ridícula, actividad blogera desde 2009 (sin que antes, por cierto, haya sido particularmente ardua). En 2010, 2011, 2012 y 2013 preferiste guardar silencio, no hacer ningún “aporte” a la cultura, quizá dedicarte a leer y procesar, en el exigente alambique de tu espíritu, la delicada esencia de una obra poética que en el futuro transformará a la humanidad. Pero no podías seguir en esa tarea de convivencia secreta con las musas y en 2014 decidiste volver con ahínco al cultivo de textos en el blog. Te sacudiste la modorra del año nuevo hasta bien entrado el mes de marzo, y subiste un texto. No fue un post tuyo, curiosamente, sino uno titulado “La cumbia del yo no fui, fue Teté”, de un tal Jaime Muñoz Vargas. Unos días después, para demostrar que tu amor a la cultura lagunera es profundo y nunca regatearás esfuerzos para rescatarla del atraso y la barbarie, publicaste una “carta abierta” o “artículo” (3 de abril) contra mis intromisiones en el mundillo cultural. O sea, tu blog de escritor, de intelectual, de fervoroso militante de la cultura lagunera pasó tres años nueve meses en el limbo y salió de allí, corazón valiente, para luchar contra el espontáneo que saltó al ruedo para mancillar la castidad de nuestra cultura. Quiero suponer que La Laguna en pleno te aplaudirá este gesto de valor civil, el espadazo de un caballero que viene a desfacer entuertos. Excelente, van unas palmadas, paladín.
Por otro lado, tu servidor, un tipo que entre otras muchísimas actividades, incluida la de ser padre de tres hijas, alimenta un blog gratuito desde 2006, un blog que no restringe el acceso a nadie y busca sin alarde compartir algunas ideas sobre todo literarias, tiene esta numeralia de 2006 a la fecha:



















Si nos fijamos, desde 2009 hasta el 3 de abril de 2014 tú sumas 19 posts (uno de ellos de Jaime Muñoz Vargas) y yo 908. Nomás por estos fríos números, y nomás por todo lo que no traigo a debate, ¿quién es el opinador “no solicitado”, Gerardo? ¿El tipo que en casi cinco años aporta una vengadora cagarruta de chiva en su blog de escritor o aquél que, bien o mal, entre cien actividades, tiene además la voluntad de mantener un espacio de expresión y propuesta escritas? ¿Quieres que te dé las estadísticas de Blogger en relación con los visitantes de mi blog o mejor así le dejamos para no seguir exhibiendo tu zanganería?
Esta sumatoria me lleva de la mano a una conclusión de suyo paradójica. Nomás porque se te hincharon las pelotas, nomás porque interpretaste de manera "equivocada" otro chisme, me dijiste “represor de la libertad de expresión”. Te pregunto: ¿quién en este momento ya no puede, por mi culpa, escribir donde escribía? ¿Dame el nombre de un reprimido por “órdenes” mías y el medio del que fue excluido? Sé la respuesta a estas preguntas: cero personas, cero medios. En cambio, quien me acusa de “represor” señala: “sacrificas tu dignidad y asumes el grotesco y humillante papel de vocero no solicitado”, frase en la que veo el deseo de callarme, de impedirme que opine. ¿A quién debo solicitar, Gerardo, que me permita opinar sobre lo que yo quiera? ¿A la Secretaría de Gobernación? ¿Al Mayo Zambada? ¿A Hillary Clinton? ¿A Santiago Creel? ¿A Manlio Fabio Beltrones? ¿A Fidel Castro? ¿A Renata Chapa? ¿A ti? ¿Acaso no leíste lo que dije en el primer párrafo (sí, el primer párrafo) del texto que alborotó tus justicieros ímpetus? Me cito, para ver si releyendo entiendes cuál fue mi propósito: “De antemano rechazo toda acusación simplista, y más que nada absurda, en el sentido de que me interesa callar la voz del socorrido ‘feis’. Lo único que me interesa es mostrar cómo se maneja en ciertos casos, no más”. ¿Lo reitero así o más claramente?

¿Y la semblanza de don Fer?
Disculpa que resalte tu espléndida pereza, pero no me dejas opción. Me importa un reverendo sorbete si escribes o no, si prefieres tenderte en la hamaca en vez de salir a buscar un trabajo, pues como hombre mayor de edad eres libre de optar por el ocio si tal es tu vocación. Pero si deseas, con tus precarios antecedentes, opinar sobre el esfuerzo de los demás, en particular del mío, no me quedaré callado.
Voy a exponer, por ello, otro ejemplo inmejorable de la supergüeva que te cargas. En febrero de 2012 inicié mi chamba como director de cultura en Torreón. Sin que tú, sin que muchos lo supieran, vi de golpe que obtener buenos resultados con tan pocos recursos iba a demandar una labor titánica, un trajín de, al menos, dieciséis horas diarias de entusiasmo. Entre otros muchos proyectos diseñados por mí, pensé en una colección de pequeños libros con semblanzas de maestros del arte lagunero. La idea era que escritores y periodistas laguneros, algunos muy jóvenes, entrevistaran a los maestros elegidos, redactaran cerca de quince cuartillas y listo, recibirían un pago del ayuntamiento y también, por supuesto, ejemplares de su libro cuando estuviera impreso. Dada tu inclinación por la poesía, quise que escribieras la semblanza de don Fernando Martínez, poeta, sobre todo poeta. La quebrantada salud de don Fer me hacía pensar que en cualquier momento nos abandonaría, por eso la urgencia de entrevistarlo e incluirlo en una colección como la que proyecté. ¿Y qué pasó? Pues que no moviste un dedo ni por el pago ni por consideración a la frágil salud de don Fer. Tu opción preferencial por la güeva provocó que no hubiera semblanza de un escritor que pronto podía morir, lo que finalmente ocurrió el 10 de enero de 2014.
Por fortuna, la joven poeta Ivonne Gómez Ledesma y yo hicimos un esfuerzo por rescatar algo, lo que fuera, de la entrevista que no hiciste. Acordamos con Cristian Martínez Galiano, hijo de don Fernando, una visita a su casa, y la hicimos Ivonne y yo, como consta en mails que conservo. Fernando estaba, nadie lo ignoraba entre nosotros, ya muy enfermo, tanto que era atendido por una enfermera volante y una asistente fija. Lo entrevistamos y aproveché para tomar muchísimas fotos de él, de su casa, de sus libreros, de las fotos de su casa. Ese esfuerzo desesperado nos dejó a Ivonne y a mí la tranquilidad de saber que tenemos material para hacer algo, lo que sea, en homenaje al trabajo de don Fer. Esperamos armar algo este año, y ojalá nos sea posible. ¿Y tú? ¿Qué hicieste por don Fer y qué has hecho por los demás, por la comunidad cultural que hoy heroicamente defiendes de mis tropelías? Eso sí, cuando don Fer murió le dedicaste un magnánimo tuit, éste:




















En resumen, puedo en este momento ver de frente a Fernando, Gerardo, Mireya y Cristián, hijos del don Fer. ¿Podrías hacer lo mismo ahora que saben que fuiste tú quien no quiso dar ni un teclazo a la semblanza sobre su padre? ¿No que muy chambeador y preocupado?
Y amplío: durante mi periodo como director de cultura (de los "mejores en la historia reciente de Torreón", según palabras de Gerardo Monroy) jamás recibí un proyecto tuyo y en el actual periodo tampoco has llevado algo escrito, propositivo, lo que sea, a nadie. ¿O me equivoco? ¿Tienes acuses de recibo? Lo único que aceptaste fue un taller literario que adrede propuse (yo lo propuse, no tú) a tres cuadras de tu casa, esto para ayudar, entre otros propósitos, a que tuvieras un ingreso. Eso sí lo aceptaste, claro, pues era hablar de literatura a tres cuadras de tu casa y el ingreso no era malo. Sólo así accediste a salir de la ratonera.

La falacia implacable
Como podrás notar, tu primera “carta abierta” o “artículo” es una mina casi inagotable de dislates, tanto que debería avergonzarte y no salir ahora con “precisiones” para enderezar la tuba de Goyo Trejo. Te crees muy listo, pensaste que en tu calidad de fantasma que no se arriesga a nada, que no propone nada, que no hace nada, ibas a pasar invicto y hasta ganarías aplausos del respetable público. Qué bárbaro, qué manera de salir desnudo a la palestra. Tan mal andas que ni siquiera, como te lo he restregado, sabes distinguir entre una “carta abierta” y un “artículo”. Esa confusión de géneros, te lo comento de paso, es visible también en una de tus alegres argumentaciones, que de alguna forma reiteras en las "precisiones". Te cito: “Supongamos que un grupo de usuarios de Twitter o Facebook ‘re-tuiteara’ o ‘re-feisbuqueara’ (promoviera mediante hipervínculos) una nota donde se dijera que las islas Fidji sufrieron el golpe de un terremoto. Supongamos que a determinado individuo, por equis razón, no le pareciera creíble la noticia. Imaginemos a nuestro escéptico dirigirse a 5 ó 10 de los ‘tuiteros’ o ‘feisbuqueros’ para demandarles un ‘documento que visibilice incontrovertiblemente’ el temblor de las Fidji. Absurdo, ¿verdad? Y sin embargo eso, ni más ni menos, fue lo que hiciste”. Hace mucho no leía una  tontería de esta envergadura. Perdona que te lo reitere así: es una tontería. Ahora permite que la desmonte.
Vamos a hacer un pequeño ejercicio de sentido común, para ver si así entiendes. 

1. Opción Monroy
Imaginemos que Pepito, Juanito, Chonita, Petrita, Chabelita y treinta usuarios más de Facebook linkean esto:

http://www.latercera.com/contenido/680_229632_9.shtml

Luego yo, escéptico de que ese enlace da a conocer una "nota" o "noticia" verdadera, me lanzo a la yugular de los linkeadores, los "acoso" y les exijo una prueba "incontrovertible" de que la "nota" o "noticia" es cierta. Aterrorizados por el “acosador”, ellos viajan (todos, en un vuelo chárter) a Chile, reportean en Iquique, toman fotos, entrevistan a los damnificados y me traen, de regreso a Torreón, la prueba contundente, incuestionable, del terremoto chileno. O mejor: no viajan, pues es "absurdo" hacer un recorrido tan largo sólo porque un tipo (o sea, yo) está “acosando” a la comunidad feisbuquera y pide una prueba "incontrovertible" del terremoto. En pocas palabras, se quedan callados ante el “acoso” bobo de tu servidor. Perfecto, hasta aquí sigo tu lúcido (o más bien lucido, sin tilde)  razonamiento. Qué vivo eres. Lo que pedí es "absurdo", una necedad imposible de complacer. Me trago todas mis palabras.

2. Opción Muñoz
Imaginemos que Pepito, Juanito, Chonita, Petrita, Chabelita y treinta usuarios más de Facebook linkean esto:

http://www.latercera.com/contenido/680_229632_9.shtml

Luego yo, escéptico de que ese enlace da a conocer una "nota" o "noticia" verdadera, me lanzo a la yugular de los linkeadores, los "acoso" y les exijo una prueba "incontrovertible" de que la "nota" o "noticia" es cierta. Aterrorizados por el “acosador”, los linkeadores me propinan una paliza: me mandan 300 links de periódicos prestigiados del mundo donde informan con fotos, palabras y videos que hubo un terremoto en Chile. De esa manera los linkeadores hacen pomada mi bobo escepticismo.
También puede ocurrir que yo, escéptico de que ese enlace da a conocer una "nota" o "noticia" verdadera, en la comodidad de mi hogar y computadora en mano (con el Infinitum de Carlos Slim) escriba en Google lo siguiente: "Terremoto en Chile 2014", lo que me arroja estos enlaces comprobatorios:













¿Te gustan doce sites de medios prestigiados o quieres más? ¿Te busco cuarenta, ochenta, cien más en quince minutos? ¿Cuántas webs te parecen adecuadas para comprobar que el terremoto chileno sí ocurrió? Como podrás ver, tu argumento es una falacia, la simulación de un razonamiento, un choro cuyo único objetivo es joder, meter ruido al ruido, quitar tiempo a las personas que sí trabajan, un embuste que se derrumba con un soplido de Google. En otras palabras, tuviste tiempo para indagar hasta mi vida privada en páginas web y no se te ocurre que una noticia como el terremoto en las islas Fidji puede tener cuatro mil notas simultáneas en la red mundial.
Esa es la razón por la que resulta necesario alfabetizar en todos los sentidos. Hay que enseñar a la gente, aunque duela, a leer, a comprender, a usar su escepticismo ahí donde se requiera, no fomentar la mala leche o aplaudir el chismorreo como si fuera una virtud social. Hay que enseñarla a delimitar los géneros periodísticos y literarios. Esto significa que en vez de tumbar las puertas de El Siglo y preguntar por algún reportero de cultura, es mejor, más útil y duradero, el método de la enseñanza, en este caso, para leer periódicos (o libros o revistas o páginas web). Allí donde se difunda, te lo repito por enésima, "dicen las malas lenguas", "nuestros reporteros encubiertos" y demás fórmulas propicias para el rumor, lo primero que yo haría es enseñar a no creer, o a creer parcialmente, si gustas, y sólo linkear si uno acepta que el rumor es lo más constructivo que hay en el mundo periodístico. También, claro, es posible buscar otras fuentes, cruzar la información, establecer algunas mínimas pautas de certidumbre antes de lamentar en garañón y con matraca la mala nueva de que, “como dicen las malas lenguas”, un liceo público se convertirá en burdel y por lo tanto hay que linchar, sin juicio ni nada, al director de cultura.
Ya no digo más sobre tu confusión de géneros. Sólo te recomiendo que distingas, que delimites los territorios de la información, de la opinión y del rumor. Todos se manejan distinto, no los guises en la misma cazuela.

No todo es tianguis
Te quejas de malas caras o trato despótico en el IMCE, de que sus puertas están cerradas a piedra y lodo. Ofrece, como siempre, pruebas. También aquí fracasarás, campeón. Antes de explicarte por qué, deja que te cuente una linda anécdota de mis tiempos de director. Seguro te encantará.
Fui a promocionar actividades, como muchas otras veces, a la cabina de radio de Grem. Me entrevistó Marcela Pámanes y todo fluyó en orden, muy bien. Llegamos al final del diálogo y Marcela dijo lo siguiente: “Jaime, déjame leer por último este mensaje del público, lo manda fulano de tal [aquí omito el nombre del personaje, pues en realidad él deseaba permanecer anónimo], y dice: ‘Cómo cambian las personas cuando llegan a un cargo público. Sé de innumerables artistas que han planteado proyectos y se quejan de no haber sido apoyados por la DMC’. ¿Qué opinas sobre esto?, Jaime”. Respondí de botepronto lo siguiente: “Marcela, quiero recordarle a mi amigo fulano que me dedico a escribir y por lo tanto me gusta usar las palabras con precisión. Él señala que son ‘innumerables’ los artistas que han llevado proyectos y no han recibido apoyo en la DMC. Bueno, innumerables me suena a 54 mil, así que fulano está en un aprieto: debe buscar ‘innumerables’ proyectos con acuse de recibo de la DMC y con eso demostrar, primero, que los he recibido y, segundo, que no los he atendido. Platicamos cuando los reúna”.
Si te fijas, lo más fácil del mundo es agarrar el teléfono, el chat, el WhatsApp, el mail y tirar palabras a matar. La idea es aparentar una preocupación, hacerse el estremecido, el consternado, el triste por la situación de ineptitud y atraso que padece la cultura, pero no probar nada, solo hablar, soltar un torpedo, chismorrear, bulear al que se deje. ¿Sabes qué pasó luego de que pedí las “innumerables” pruebas sobre mi cerrazón? Pues lo obvio: no me llegó un solo proyecto con acuse de recibo y no atendido. Ni uno. Cero, y, en lugar de disculparse por su errabundo desplante de amor a la cultura, quien inventó el cuento de los “innumerables” artistas no atendidos miró para otro rumbo y silbó “La barca de oro”.
Yo ocupé dos años la dirección de cultura. La anécdota ocurrió cuando ya había pasado año y medio de mi periodo. Vi entonces que había sido una excelente idea la de llevar una bitácora rigurosa de todas las citas en la oficina, de todas, pues una sola persona no atendida con cita y registro era capaz de envenenar el agua en cualquier medio: “Voy a la DMC y nunca atienden a nadie, ese Jaime es un culero”. A quienes pidieron una cita, se les dio, y de eso quedó registro. Y lo mismo ocurre ahora en el IMCE, ni lo dudes.
Ahora tú dices que la nueva administración es cerrada, que no atiende. ¿Cuántas veces has ido a pedir una cita para llevar algún proyecto? Ni una. ¿Cuántas han ido amigos tuyos con el mismo esquema: pedir una cita y llevar algún proyecto? La idea de que las oficinas públicas deben manejarse como tianguis al aire libre sólo habita tu cabeza. Las oficinas públicas, y más las privadas, no son parques. Si quieres pruebas, ve a las oficinas de la CFE, a las de Pemex, a las de la Secretaría de Salud, a las del IMSS, a las de Gobernación, a las de cualquier Cámara, a las del Conaculta, a las del INBA, a las de la Secretaría de Cultura, a las de la PGR, y así, a cualquier oficina federal, estatal y municipal, y verás que alguien, un guardia o una recepcionista, te pedirá identificación y preguntará por el motivo de tu visita. Si procede, te asignarán un turno y serás recibido por el personal indicado, no por quien tú elijas. Si llevas una carta, un proyecto, lo que sea, se te acusará recibo con sello, firma y fecha, para que puedas probar luego que estuviste allí, que te recibieron, y en su caso reclamar por alguna desatención. Ahora bien, si no llevas identificación y no solicitas ningún trámite, es muy probable que el guardia no te deje cruzar ni el umbral. Si lo dudas, intenta pasear ociosamente a las oficinas del SAT, a ver qué te dicen.
Pero parece que no entiendes eso. Quieres llegar en plan buenísima onda, preguntar por el funcionario y entrar como si aquello estuviera al aire libre, en el monte. Si tal fuera el caso, imagina esta situación. Haces una cita formal para ver al coordinador de artes visuales del municipio, llegas el día y la hora señalados, y mientras aguardas en la sala de espera, aparecen diez ciudadanos que entran sin cita con la coordinadora de artes visuales. Luego, se acaba la jornada de trabajo y mandan tu cita para el día siguiente. ¿Qué pensarías en ese caso? Tanto la recepcionista como el coordinador de artes visuales no procedieron de mala fe, simplemente son, como tú, buenísima onda y reciben a todo el que llega así nomás. Al final saldrías gritando que son unos desorganizados, que esos desgraciados no respetan ningún orden, que aquello es un tianguis.
Moraleja: si quieres ver a un funcionario, envía un mail, llama por teléfono, codifica un mensaje y acuerda una cita. Luego preséntate, pide un acuse de recibo a tu proyecto y dialoga con quien te asignen para ver en qué momento recibirás una respuesta. Si después de eso se te cierran las puertas o no eres atendido como se debe, podrás acusar con pruebas.

El segundo berrinche
Del segundo berrinche, Gerardo, me intrigan las primeras cinco líneas, fundamentales en este debate, pues reconoces explícitamente que operas como chivo en cristalería: “En mi carta abierta ‘El Instituto de Cultura contra la cultura’ cometí dos errores graves, señalados justamente por Jaime Muñoz Vargas. Les ofrezco a los lectores de kioSco una disculpa, ya que interpreté de forma equivocada información proveída por fuentes que consideré y sigo considerando confiables”. Caray, la disculpa es nomás para los lectores de kioSko. Qué ejemplo de honorabilidad. ¿Y a mí? Tan mezquino eres que tras reconocer esto, tus “dos errores graves”, en vez de corregirlos, más adelante recurres al argumento kalimanesco de que reprimo telepáticamente. En suma, y como dicen los amantes del exitismo, lo tuyo es “ganar-ganar”, con o sin pruebas.
Gerardo: en tus “precisiones” has vuelto sobre lo mismo y has añadido dos o tres paparruchas. Deja nomás remato una grave como viene, de volea, otra vez con abundantes pruebas para ver si así ocurre el milagro de que entiendas. Dices: “En la misma medida que la población entera de nuestras ciudades, los artistas y trabajadores de la cultura fueron y son víctimas de la violencia, la inseguridad y demás lacras heredadas a nuestra región por los recientes gobiernos, corruptos e incompetentes, de Torreón y Gómez Palacio. Pero para las víctimas que no son de su familia Jaime no tiene memoria”.
Ah, muchacho. Vayamos de nuevo al blog, espacio que básicamente contiene mis publicaciones, de 2006 a la fecha, en periódicos y revistas. Te pediría que me mostraras los tuyos sobre este tema, los textos que has escrito sobre “las víctimas” que sean o no sean de tu familia, para ver cómo andas en materia de “memoria” y “compromiso”. Yo, entre muchos otros, tengo estos sobre violencia, narcoguerra, víctimas y demás, todos escritos cuando aquí teníamos balaceras cada media hora:

















Por último, en 2009 pensé, redacté y edité esto, sin darme el crédito que ahora sí me doy sólo porque es necesario refrescar tu trasquiladora memoria:


Tal vez, de todos modos, te parezca poco. No importa. Todo eso y mucho más está almacenado en mi blog, así que a ver quién te cree que no tengo “memoria” más allá de lo familiar.

Y ya, Gerardo. Sigue especulando lo que quieras desde tu putrefacta holgazanería, sigue poniendo apodos clasistas que mucho te enaltecen como hombre de izquierda, que yo seguiré en lo mío, trabajando aunque sea modestamente, con pruebas tangibles, por mi familia (te recuerdo que tengo tres hijas) y por mi comunidad, en este orden.