miércoles, marzo 05, 2014

En la lengua de Drácula













Hace dos años, poco más o menos, mi amigo Rogelio Guedea me escribió desde Nueva Zelanda, donde trabaja, para convidarme a participar en un libro colectivo armado con textos breves. El libro apareció en 2013, y su título es El canto de la salamandra. Por razones atribuibles a mi negligencia todavía no lo tengo, pero sé de buena fuente que ha corrido con fortuna.
La página donde lo vende la editorial Arlequín dice lo siguiente:

La literatura brevísima es un animal elástico y anfibio que cambia de hábitat a la menor provocación: de ahí su capacidad de rozar otros géneros (cuento, poesía, ensayo, aforismo) de manera inverosímil (como la salamandra y sus metamorfosis) y construir una sinfonía en corto que no deja de sonar y asombrar a cada lectura.
Siguiendo esta descripción, y bajo la premisa de Baltasar Gracián, «lo bueno, si breve…», Rogelio Guedea antologa a escritores mexicanos de comienzos del siglo xx hasta las voces actuales que ejercitan el género con plena conciencia. El censo de autores abarca desde los canónicos nombres de Dufoo, Reyes, Arreola, Tario, Monterroso, o contemporáneos como Alberto Chimal, Cecilia Eudave, Édgar Omar Avilés, entre otros. Su método para decantar esa enorme producción de brevedades es la selección minuciosa de una decena de textos por autor.
Autores seleccionados: Genaro Estrada, Mariano Silva y Aceves, Carlos Díaz Dufoo, Alfonso Reyes, Julio Torri, Max Aub, Nelly Campobello, Francisco Tario, Juan José Arreola, Augusto Monterroso, Otto-Raúl González, Salvador Elizondo, René Avilés Fabila, Felipe Garrido, Guillermo Samperio, Óscar de la Borbolla, Mónica Lavín, Marcial Fernández, Jaime Muñoz Vargas, Cecilia Eudave, Alberto Chimal, Rogelio Guedea, Édgar Omar Avilés y Hugo López Araiza Bravo.

Hasta aquí, todo en entendible orden. La sorpresa que ayer me envió Guedea por mail fue que en una revista rumana comentaron brevemente el libro y de paso, claro, tradujeron algunas piezas. Una de ellas es de mi cosecha, así que ya puedo presumir que he sido traducido a la lengua de Drácula; mi felicidad creció porque quitaron un año al anotar mi fecha de nacimiento.
Al abrir el link no supe a cuál microrrelato de mi cuño le habían puesto palabras transilvánicas. Pero pronto lo reconocí; es, claro, “Microrrelato total”, que en rumano dice así:

Schiţă totală
Într-un sat de prin La Mancha al cărui nume n-am cum să-l ţin minte, şi spre-amiaza vieţii noastre muritoare ajuns, într-o pădurentunecoasă mă rătăcii, pierzînd dreapta cărare, cînd în faţa plutonului de execuţie colonelul José Aureliano Buendía avea să-şi amintească de după-amiaza îndepărtată cînd tatăl său l-a dus să facă cunoştinţă cu gheaţa şi cînd el dorea doar să spună că a venit la Comala pentru că i-au spus că aici a trăit tatăl său, un oarecare Pedro Páramo, declaraţie exprimată în dimineaţa fierbinte de februarie cînd a murit Beatriz Viterbo, numai cu puţin înainte ca Gregor Samsa să se trezească în patul lui, după o noapte de vise zbuciumate, metamorfozat întro gînganie înspăimîntătoare, ţipînd ca un nebun, şi întrebînd cu o durere extraordinară: Cînd se-alesese praful de Peru? 

En buen romance (aunque el rumano también es buen romance, pero ustedes me entienden), lo escribí como sigue:

Microrrelato total
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme y en medio del camino de la vida, errante me encontré en una selva oscura cuando frente al pelotón de fusilamiento el coronel José Aureliano Buendía recordó aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo a él, que sólo deseaba confesar que vino a Comala porque le dijeron que acá vivía su padre, un tal Pedro Páramo, declaración expresada la candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, apenas poco después de que Gregorio Samsa despertó convertido en un escarabajo, preguntando como loco, a gritos y con una pena extraordinaria, ¿en qué momento se jodió el Perú?

Gracias a Rogelio Guedea por el detallazo. Le debo varios.