viernes, diciembre 07, 2012

Fuera de combate













Les aseguro que quería escribir, pero así me dejó la gripe de este viernes. No importa, mañana me lavantaré de la lona y aquí nos seguiremos viendo.

jueves, diciembre 06, 2012

Don Ata por Lagmanovich vía mail









Me alcanzó la gripe de temporada, y si por lo común la cabeza no me da para para pensar, así menos. En estos casos no está de más solicitar ayuda a los amigos o buscar algo digno entre los muchos libros que afortunadamente están al alcance de la vista. Hoy, pues, he hurgado en mis archivos postales y fíjense nomás que buena suerte he tenido. Hace tres meses leí una pequeña biografía sobre Yupanqui y no quiero que pase el 2012 sin reseñarla. Lo deseo porque en mayo se cumplieron veinte años de su muerte y siento la obligación de recordarlo. Él es el compositor y cantante que más admiro, y quiero que esa admiración se materialice en textos elogiosos.
Pues bien, el primero de febrero de 2008 recibimos una respuesta vía mail de mi amigo David Lagmanovich (1927-2010), quien vivía en Tucumán, Argentina. Digo “recibimos” porque nos carteábamos a tres bandas Juan Pablo Neyret (en Pensilvania, EUA), David y yo (en Torreón). Esa correspondencia tripartita duró al menos cinco o seis años, y era muy frecuente, de manera que son abundantes las cartas de David y de Juan Pablo que puedo presumir.
La carta que traigo se refiere a Yupanqui. No necesito añadirle nada, pues cualquiera que la lea la entenderá y, sobre todo, verá la dimensión artística que le atribuimos al folclorista mayor de América Latina. También verá lo que yo siempre vi: que David Lagmanovich nos regalaba una atención epistolar al mismo tiempo generosa y lúcida.
Esta es la carta:

Hermanos:

Sí, yo también he admirado y querido mucho, desde siempre (desde que venía a cantar a LV12 Radio Tucumán, cuando yo tenía unos 15 años) a Atahualpa Yupanqui. Recuerdo que entonces a un muchachito que amaba la guitarra y no tenía plata para reponer cuerdas, sin conocerlo le regaló el juego completo; a otro hombre que conocí por entonces le regaló una guitarra. Era un hombre de buen corazón, aunque tuviera rasgos de un carácter aparentemente hosco.
Además, lo que siempre me gustó de él fue la finura de sus canciones, que aunque tocaran lo social no lo hacían con estrépito ni panfletariamente: "Es mi destino / piedra y camino: / de un sueño lejano y bello, viday / soy peregrino". Ese sueño lejano y bello correspondía a su vinculación con el Partido Comunista, pero lo ponía así, para que entendiera quien quisiera entenderlo, sin proclamarlo a grandes voces. Cuando la dictadura, su milonga campera que comienza "Yo tengo tantos hermanos / que no los puedo contar...", y termina con "y una hermana muy hermosa / que se llama Libertad" me pareció siempre una de las más bellas piezas de aquella época terrible.
Atahualpa era hombre de la pampa, como bien se sabe, pero su compenetración con la cultura popular del Noroeste argentino lo convirtió casi en un tucumano más. No sé si la gente se da cuenta de que los vocativos "viday" y "viditay", que aparecen constantemente en sus canciones, son quechuismos, no usados fuera del Noroeste: tienen el sufijo -y, que es el caso posesivo quechua (o quichua, como decimos por estos lados), de modo que "viday" quiere decir "mi vida", una forma entrañable de tratamiento en nuestro dialecto hispanoindio. Y sus versos para cantar (no los de El payador perseguido, que están en la tradición de la llanura) tienen la limpidez de las coplas populares del Noroeste. Él podría haber escrito esta copla salteña, que sin embargo es anónima: "Apenitas soy Arjona / nombre que no se ha'i perder; / y aunque me tiren al río, / sobre la espuma he'i volver".
Así volverá siempre también Atahualpa Chavero Yupanqui (como firmaba al comienzo), después sólo Atahualpa Yupanqui o solamente Atahualpa: sobre la espuma del canto, aunque se lo haya llevado el río del tiempo.
(Muy linda, Jaime, tu columna sobre este prócer de la canción popular; mucho más que el "maquinazo" con que, modesto como siempre, pretendes disimular el valor de lo que escribes.)

Abrazos, == David

miércoles, diciembre 05, 2012

La “forma suave” de la violencia


















Fueron muchos, casi todos los de siempre, pero el que más me impresionó —siempre me impresiona por su inmediatismo retórico fue Ciro Gómez Leyva. El sábado primero, casi como jefe de una mesa de análisis, pasaba una y otra vez las imágenes recién grabadas de los vándalos que encaraban a los granaderos en el jardín frontal del palacio de Bellas Artes. Las tomas hablaban "por sí mismas", decía con estas u otras palabras el famoso columnista. Nada que discutir, el desorden dejaba todo en orden para los apresurados comentaristas: la izquierda, toda la izquierda, es bárbara, troglodítica, anárquica, violenta en suma.
Me atrevo a disentir. Las imágenes no hablan por sí mismas, así que, para que “hablen”, es necesario treparles un discurso. Hagamos un experimento. Bajemos una foto de internet y trabajemos sobre ella. Veámosla y procedamos a describirla desde distintas angulaciones hipotéticas, esto nomás para que se vea lo fácil que es montar cualquier discurso a cualquier imagen.

















1. En la imagen, Luis G. Amézquita Galo, víctima del ciclón que la semana pasada azotó el norte de nuestra entidad. Don Luis perdió su vivienda y todas sus pertenencias, y todavía no sabe el paradero de su única hija, desaparecida en la catástrofe natural. Las autoridades han declarado que los albergues son suficientes, pero la realidad es que muchos damnificados siguen sin un lugar para dormir y tomar alimentos.

2. En la imagen, Luis G. Amézquita Galo, víctima de alzheimer que ayer fue encontrado vagando por las calles de nuestra ciudad. Perdido en los rumbos del bulevar Oriente, las autoridades lo recogieron y pudieron encontrar en los bolsillos de su saco una receta de medicamento que al final sirvió para dar con la pista de sus familiares. El anciano enfermo ya está siendo atendido en un centro especializado.

3. En la imagen, Luis G. Amézquita Galo, jefe de una banda de ladrones de comercios en el sur de la ciudad. Fue sorprendido ayer luego de que a la distancia coordinaba un robo al supermercado “Compre Más”. Afortunadamente, la policía logró detectar la maniobra y detuvo a los delincuentes in fraganti, quienes de inmediato confesaron que Amézquita Galo era el autor intelectual de los atracos y señalaron su paradero, donde poco después fue capturado por los elementos de seguridad.

4. En la imagen, Luis G. Amézquita Galo, quien intentó violar a su nieta y fue descubierto in fraganti por los vecinos de la colonia 10 de Noviembre. Al sorprenderlo, algunos habitantes del lugar intentaron lincharlo, pero otros dieron parte a las autoridades que de inmediato llegaron al lugar y luego de muchos jaloneos e insultos lograron salvar de la turba enardecida al agresor sexual. Amézquita Galo ya fue recluido en el penal del municipio.

5. En la imagen, Luis G. Amézquita Galo, el más destacado pintor de nuestra entidad. El artista recorrió muchas colonias de la periferia para continuar el trabajo de regeneración de espacios por medio de la pintura mural y colectiva. Ganador del premio estatal de Arte y Cultura 2002, Amézquita Galo desarrolla cada fin de año una intensa labor altruista para convertir su arte en detonador de inquietudes pictóricas en los jóvenes de nuestras colonias.

Por lo anterior, inquieta de veras la facilidad con la que Ciro y compañía sacaron el revólver de la crítica y dispararon opiniones sin patas ni cabeza. Por supuesto que hubo vandalismo, por supuesto que las imágenes lo muestran, y por supuesto que eso no le gusta a nadie, o al menos a pocos, a muy pocos. Lo importante, como han dicho Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo, es “leer” el hecho en un contexto, tratar de ponerle las palabras que busquen establecer la mejor aproximación al acontecimiento, no colgar sambenitos con prontitud inquisitorial.
Dos preguntas eran necesarias, y jamás aparecieron en boca del columnista: ¿a quién le servía el vandalismo? ¿Por qué de golpe la izquierda (toda la izquierda, según Ciro) pasó del discurso de no agresión a otro completamente distinto? Si no se pregunta eso, da por hecho que no existe, ni siquiera de lejos, la posibilidad de un montaje o el ánimo desbordado de un grupo radical, no de toda la izquierda, principalmente de la que encabeza ya sabemos quién.
La violencia no le conviene a la izquierda que, pese a todo, sigue luchando por deslindarse de la acción agresiva material, esa acción que pone en bandeja de plata la reacción represiva. Por eso, al oír a Ciro recordé de inmediato las palabras de una entrevista que leí hace poco, casualmente, a Pierre Bourdieu. En el libro Capital cultural, escuela y espacio social (Siglo XXI, 2008) habla sobre las “formas suaves” de la violencia, y dice esto que explica mejor que yo lo que aquí he querido comentar:

… es una violencia que se ejerce por vías muy suaves, y que pasa de este modo inadvertida. (…) Debates televisados o radiofónicos, editoriales inspirados, etc., que parecen constituir la vida misma de la democracia, pueden ejercer un efecto formidable de censura —lo hemos visto en la Guerra del Golfo, al menos al principio— escondiendo los verdaderos problemas. El consenso sobre los falsos problemas que generan esos periodistas atrapados en una red de competencia y de interdependencia, tiene por efecto esconder todos los verdaderos problemas, que son olvidados y que aparecen solamente en los periodos de crisis.

La irrupción violenta, desbocada, de los vándalos en el centro histórico del DF es a todas luces un acto criticable. El problema, el difícil problema es saber a quién atribuir tales desmanes. Para Ciro no hubo ni sombra de duda a partir de las imágenes “reveladoras”, como si investigar y comentar fueran dos acciones simultáneas y no un desafío periodístico más que peliagudo.
Pero en fin, así se las gastan él y muchos más, ya lo sabemos.

lunes, diciembre 03, 2012

Ja, fue divertido














Ja, fue divertido. A mí me tocó romper con un garrote varios cristales de bancos y de restaurantes. Tronaban bien chingón, a madres, crach crach, mientras se oían cerquita algunas molotovs lanzadas por los compañeros que venían un poco más atrás. Yo me divertí sólo con los vidrios de negocios, como que de golpe le agarré gusto a pegar batazos y ver el estallido y los añicos. Así llegamos a las jardineras de Bellas Artes, frente al Sanborns y el Gandhi. Allí nos esperaba un grupo compacto de granaderos. La orden había sido encararlo con más aspavientos que efectividad, pues pura verga que podíamos atravesarlo. Lo importante es que la tele tuviera chance de hacer tomas de la acción. En el noticiero logro verme, jaja, con el trapo negro en la cara y todavía con el palo de quebrar vidrios en la mano. En una toma se ve también cómo la pinche güera, toda mariguana, lanza un pedradón a la pared de antimotines. No le hicimos ni cosquillas, pero ése no era el rollo, ya dije, sino salir locos en el video. Y lo logramos. Desquitamos la lana que esos putos nos aflojaron. El que lo dude que oiga al Ciro. Ja, fue divertido, hicimos un buen jale.

domingo, diciembre 02, 2012

Crusoes




















Mucho internet y mucho iPad y mucho Blackberry, pero en el fondo en el fondo en el fondo todos somos Robinson Crusoe.

sábado, diciembre 01, 2012

FCH




















Colocó los lentes junto a la lámpara del buró. Dio un último traguito al vaso donde sólo quedaron unas gotas de whisky mezcladas con el agua de dos hielos. Luego de seis años, era la primera noche en la que se sentía libre de cargas, verdaderamente relajado. Mañana comenzaría su nueva historia, el viaje y la radicación foránea, la paz y, por qué no desearlo, cierto distanciamiento del alcohol. Atrás quedaban entonces la autoridad, el poder supremo, las órdenes, el rumbo que quiso darle al país alebrestado, la incomprensión de tantos. Pensó en el artículo que acababa de leer, en la tajante acusación: había inventado una guerra para mostrar mano dura y legitimarse luego del fraude. Imbéciles. Pensó también en la supuesta cifra de muertos que le achacaba: 70 mil. Apretó los labios, negó leve con la cabeza y se escuchó decir para sí mismo, muy bajito, una frase que lo sedó: “No fueron tantos, si mucho 30 o 35 mil”. Apagó la luz y comenzó a dormir, tranquilo.