jueves, junio 14, 2012

Retrohemerografía cultural



¿Qué hacer en tiempos de internet con un conglomerado de revistas y suplementos culturales que sólo fueron recogidos en soporte de papel? ¿Dónde colocarlo? ¿En el bote de la basura, en alguna biblioteca, en un archivo? Estas preguntas me las vengo haciendo desde hace diez años, cuando dejé de coleccionar revistas y suplementos como lo hice al menos durante dos décadas y pico, de 1983 a 2003.
Pues sí, en 1983 u 84 comencé mi secreta y ya abandonada carrera como compilador de papeles periodísticos culturales. Lo primero que reuní fue el suplemento Opinión Cultural, del diario La Opinión, (llamado luego La Opinión-Milenio y hoy Milenio Laguna). Era un tabloide semanal de ocho páginas que vivió algo así como tres o cuatro años y fue dirigido un breve lapso, en su arranque, por Enrique Rioja del Olmo y Agustín Velarde, y luego, la mayor parte del tiempo durante el que circuló, por Saúl Rosales Carrillo. Opinión Cultural fue de hecho el primer espacio periodístico donde publiqué, esto en septiembre de 1984. Domingo tras domingo esperaba pues la edición del diario para extraerle el suplemento. Sé que extravié o se me pasaron varios ejemplares, pero también sé que conservé y conservo la mayoría y no exagero si afirmo que dicho tabloide semanal representó parte de mi escuela de periodismo cultural, ya que en La Laguna no teníamos muchos espacios de esa índole.
Mientras compraba libros y también configuraba una biblioteca hoy ciertamente decorosa, me di tiempo y maña para reunir otro tipo de papeles, revistas y suplementos. Ya dije con cuál comencé, y a eso le siguió el suplemento universitario Clase (quincenal publicado en La Opinión durante unos dos años), que perdí completito en una mudanza; luego, el periódico cultural El Juglar del Departamento de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Coahuila Unidad Torreón, que también perdí al pasar de mi casa de soltero a mi casa de casado.
Sin rigor, pero sí con la disciplina necesaria para no tirarlos luego de usarlos, compré y fui guardando, durante semanas, meses, años, los suplementos Aquí vamos, de El Porvenir (de Monterrey); sábado, del periódico unomásuno; La Jornada Semanal, de La Jornada; El Búho, de Excélsior; El Dominical, de El Nacional y Babelia, de El País. Aunque me pegó una especie de suplementomanía, no desdeñé la consecución y el archivo de revistas; así, aunque las pepenara usadas, me hice de muchos ejemplares de la Revista de la Universidad de México, de Nexos y Vuelta. Luego, de rebote, conseguí la colección completa de las revistas laguneras Cauce, Nuevo Cauce y Suma. Otras revistas laguneras que tengo casi completas son Acequias de la Universidad Iberoamericana Laguna, Brecha (cuyo suplemento cultural, la tolvanera, edité durante ocho años), Estepa del Nazas del Teatro Isauro Martínez y Nomádica.
La aparición de internet, el cansancio y nuevas preocupaciones (las de padre en permanentes apuros) me llevaron a deponer la búsqueda de publicaciones de ese tipo. Dejé de hacerlo, creo, hacia 2003, más o menos. Pero jamás tiré los papeles compilados, los conservo y desde hace meses rumio qué hacer con ellos. Y bueno, ya se me ocurrió una solución que acaso servirá durante un lapso relativamente corto. No me (ni les) prometo nada, pero trataré de hacer lo que ahora describo: he comprado un nuevo escáner y compartiré en mi blog, así, de aquellos viejos papeles, algunos artículos, ensayos, reseñas, cuentos y poemas que me agraden. Ignoro si tal empredimiento tiene sentido, pero no se me ocurre nada mejor en este momento. Supongo que me cansaré, que los años venideros pesarán como costales de arroz sobre mi lomo y dejaré por fin de intentar aventuras tan extrañas como ésta. Ya veremos qué pasa, pues de cualquier manera sólo me siento obligado a hacer, sin más patrocinio que mi entusiasmo, lo que humanamente puedo hacer para que otros, sobre todos los jóvenes escritores, tengan acceso a la lectura de materiales que reuní, que conservo casi de milagro y que juzgo —siempre juzgaré— valiosos pese a que originalmente fueron vaciados en recipientes de papel periódico, el papel más perecedero de todos los papeles.
Esperemos que esto sirva de algo. Creo que si alegra un rato, si instruye un poco, si nos revive un momento, habré cumplido el vago propósito que me ha movido.

Comarca Lagunera, 15, junio y 2012