domingo, junio 24, 2012

Quijote entre comunicadores



Como lo hizo en Un año con el Quijote (2010), Saúl Rosales ha escrito otro libro por y sobre la obra literaria más importante de nuestra lengua. Su título es Don Quijote, periodistas y comunicadores, aguda reflexión sobre las ideas del inmortal personaje de Cervantes que tienen o pueden tener relación con el oficio, no pocas veces quijotesco, de comunicar. Es, por ello, un libro que juzgo imprescindible para los periodistas de nuestro tiempo, trabajadores amenazados por la violencia, la ligereza ética y las tentaciones que le tiende el poderoso.
Don Quijote, periodistas y comunicadores será presentado a las 7 de la tarde este 26 de junio en la biblioteca José García de Letona ubicada en la alameda Zaragoza de Torreón. Presentaremos Angélica López Gándara, el autor y yo.
La entrada es libre y el libro allí estará a la venta. Esta actividad es organizada por la Dirección Municipal de Cultura de Torreón.
Con autorización del autor, reproduzco en seguida un fragmento del libro. Espero que noten su valor con esta probadita y nos acompañen pasado mañana en la presentación.

Príncipes de la ignorancia

...todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en número de vulgo.

Cap. XVI, 2a. parte, p. 667

Los clásicos de la teoría de la comunicación masiva atribuían a los medios –prensa, radio, cine y televisión– las funciones de informar, orientar y divertir. Si se observa, el periodismo, a veces balanceada y a veces desproporcionadamente, cumple tales atribuciones dando noticias, aportando opiniones y proporcionando una diversión que va desde los crucigramas y los cómics hasta los chismes del mundo del espectáculo y las hazañas del deporte.
De esa manera, divulgando el saber noticioso, el reflexivo y el de esparcimiento, el periodismo contribuye a erradicar la ignorancia que desde el punto de vista de don Quijote caracteriza al vulgo, ignorancia que en su caso convierte en rústico y villano al señor y al príncipe, según asevera cuando dice que “todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en número de vulgo”.
En los hipotéticos tiempos de don Quijote, que serían una borrosa combinación de la época de Cervantes, el medievo y la imaginación literaria, el saber se concentraba en los monasterios; más tarde, durante el Renacimiento, lo acumulaban quienes podían adquirir libros manuscritos en originales o copias. Con la imprenta de Gutenberg el conocimiento se popularizó, en tanto hizo posible la profusión de libros estampados, almanaques, hojas volantes noticiosas y luego periódicos, entendido el término periódico en la acepción de publicación cíclica, diaria y no necesariamente diaria, puesto que los primeros periódicos fueron semestrales y gradualmente se fue reduciendo su periodicidad hasta convertirlos en diarios.
En nuestro tiempo el periodismo proporciona conocimiento noticioso, tanto como conocimiento analítico. Con sólo el saber contenido en las diversas expresiones del periodismo se puede adquirir la información suficiente para eludir la categoría de vulgo que aplica don Quijote. Ahora se ha dicho que la información es poder.
El periodismo enseña, es decir, aporta conocimiento; informa y forma. Lleva nutrimento a las conciencias; las in-forma y también las auxilia en su transformación al ofrecerles la hondura y el ejercicio mental de las reflexiones, comentarios y opiniones que divulga. En suma, el periodismo forma conciencias.
Sin duda el periodismo cumple una función social que don Quijote aplaudiría porque informando y orientando ayuda a disminuir lo que el Caballero de la Triste Figura llama “número de vulgo”, término que no designaría ahora sino la masa que vive contra su voluntad sumida en la ignorancia por las deficiencias dolosas de las repúblicas interesadas en impedir el desarrollo intelectual que induce a la crítica y a la insumisión.