jueves, octubre 21, 2010

Patria para precoces



Es un hecho: por muchísimo, son jovencitos los caídos durante el ya prolongado sismo violento del sexenio en marcha. Según las evidencias, entre los 17 y 35 años está el grueso de los mexicanos que por las razones que queramos escoger ha caído en el pandemonio que es nuestro país. Fácil es concluir por qué: a la impulsividad y la inconciencia, los jóvenes suman el resentimiento por la falta de oportunidades, el deseo de ser alguien en la vida cueste lo que cueste. Son, pues, presas fáciles de una oferta peligrosa, aunque redituable si llega a cristalizar en el logro concreto del dinero en abundancia vinculado al mundo de la delincuencia. Ante la falta de otra puerta y la permanente tentación de los lujos (camionetas, casas, joyas, placeres…) que sólo se consiguen con dinero, muchos jóvenes ven la posibilidad de ascenso o de desquite en aquello que más los expone al peligro.
Es verdad que de un lado tenemos la sobrepoblación de jóvenes, pero no es menos cierto que del otro también hay mexicanos de corta edad que se alistan en policías municipales, estatales y federales para, en teoría, luchar contra contemporáneos suyos metidos en actividades ilícitas. El duelo en sí, por ello, se libra entre muchachos, entre paisanos nuestros que nacieron en los ochenta y hoy deben lidiar, en uno u otro flancos, con la muerte diaria, con el peligro de los oficios y el país que les cupieron en suerte, en muy mala suerte.
Pese a lo dicho, deja atónito la nota propagada ayer en los medios sobre la nueva encargada de la policía en Paxedis G. Guerrero, municipio de Chihuahua. Su nombre es Marisol Valles García, es casada, estudia criminología y tiene apenas veinte años. Si hubiera sido un veinteañero sería asombroso, así que más lo es, y triste también, que sea una joven quien, por esas pinceladas de locura que siempre traza nuestro país, asume un cargo de alto peligro en una de las zonas de más alto peligro del mapa nacional. “Aquí toda la gente tiene miedo (...), todos tenemos miedo”, declaró la nueva titular de policía en “Praxedis”, como es conocido coloquialmente aquel municipio chihuahuense.
Según la nota, Valles García jefaturará a 19 elementos, y con ellos hará lo posible por contener la ola de muerte que en los años recientes ha golpeado esa parte de Chihuahua. Praxedis está localizada a unos cien kilómetros de Ciudad Juárez, “la urbe más violenta de México con más de 6 mil asesinatos desde 2008. Esta semana fueron asesinados el comisario municipal de El Porvenir (que pertenece a Praxedis), Rito Grado Serrano, de 59 años, y su hijo Rigoberto Grado Villa, de 37 años”, publicó El Universal. “En la zona del crimen peritos de la fiscalía del estado de Chihuahua hallaron 22 casquillos percutidos de fusil AK-47, usado habitualmente por las organizaciones criminales en el país”.
La joven Marisol, quien está a punto de terminar su carrera de criminóloga, es a decir de José Luis Guerrero, alcalde de Praxedis, una contratación muy buena y cumple con el perfil, pues aunque es joven tiene “los valores y los principios” necesarios para ocupar el cargo. Todo parece, por supuesto, una broma, una de esas alelantes pinceladas, reitero, en el lienzo macabro del México contemporáneo.
Se sabe que Marisol Valles aceptó un cargo que ya nadie quiso. Ahora se le puede ver en una fotito (la que circuló ayer por todo internet) en su modesto y carcelario escritorio de trabajo, frente a su compu de pantalla plana, con dos macanas negras por allí, un florero con una rosa de papel, con su blusa de mangas fucsia y tirantitos negros y su mirada atenta al monitor desde unos lentes pequeños e intelectualosos. Es una niña, en realidad. Una niña que nomás por haber aceptado esa cosa que simula ser un cargo público, merece no sé si nuestro respeto o nuestra conmiseración. Pobre juventud, la mexicana.