miércoles, enero 28, 2009

Una lagunera universal



Sonará raro, casi como frase de Lewis Carroll, pero escribo esto a las cinco de la tarde de ayer. Dentro de tres horas, pues, tendré el gusto de ser uno más de los escritores laguneros que con el auspicio del Icocult Laguna configuramos una especie de polifónico homenaje para Enriqueta Ochoa. Sé que nos irá (a esta hora: nos fue) bien, pues hubo muchas confirmaciones de asistencia y beneplácito. Coordinar esta presentación/lectura ha sido un desafío sobre todo por la brevedad del lapso disponible para invitar, recibir, ordenar, revisar, editar, imprimir y difundir lo que al final es una publicación titulada Coral para Enriqueta Ochoa. Aunque modesta en su formato y en sus materiales, no quedó mal. Su calidad se basa, creo, en la inteligencia de su contenido, en el admirado afecto que varios escritores laguneros comunican en torno a la figura de nuestra máxima escritora (y aquí advierto, como Gerardo Monroy, que digo “escritora” sólo por respeto a la concordancia gramatical, pues doña Enriqueta es el máximo exponente de las letras laguneras, hombre o mujer).
Me complace mucho, pues, haber participado en este homenaje. Admiro y felicito la gentileza de mis colegas Angélica López Gándara, Antonio Álvarez Mesta, Daniel Lomas, Daniel Maldonado, Édgar Salinas, Enrique Sada, Fernando Martínez Sánchez, Frino, Gerardo de Jesús Monroy, Ivonne G. Ledesma, Jorge Valdés Díaz-Vélez, Julio César Félix, Luis Azpe Pico, Magdalena Madero, Nadia Contreras, Paulo Gaytán, Rosa Gámez Reyes Retana, Saúl Rosales Carrillo y Vicente Alfonso, quienes se sumaron al coro aclamatorio. El libro, cuya distribución fue gratuita, está disponible en el Icocult Laguna, aunque su consecución depende de la terminación del tiraje.
Comparto mi prólogo, que espero pique el interés del lector: “Su mejor homenaje lo organizará el tiempo. Cuando pasen los años, cuando muchas décadas terminen siendo arena, su obra permanecerá incólume, tan viva que parecerá siempre recién escrita. Tal es el destino de los grandes escritores: hallar las palabras justas, aquellas que en el futuro seguirán resonando como cascada sobre el pecho de la piedra. Es poco lo que podemos hacer, entonces, para homenajear a una escritora con brillos de eternidad como Enriqueta Ochoa. Sin embargo, algunos escritores laguneros o avecindados en la comarca que la vio nacer al mundo y a la poesía —que en su caso eran lo mismo—, le obsequian aquí una evocación múltiple, un ramo de palabras rojas y amarillas y púrpuras que quizá en el porvenir se encuentren con las muchas que ella nos dejó, y entonces se entrelacen.
Los textos que reúne Coral para Enriqueta Ochoa tienen, más allá de su evidente calidad literaria, el gesto de la sincera admiración/consternación. Tan pronto como supimos la noticia de su partida, convocamos a tantos escritores laguneros como nos fue posible; la respuesta, por fortuna, fue inmediata y numerosa. No hubo tiempo entonces para regresar demasiado sobre lo ya escrito. Los poemas y los acercamientos en prosa que aquí convergen son, por ello, una expresión emotiva más que una gélida forma de manifestar el cariño que guardamos por la figura de quien es, sin regateo, nuestra Poeta. En menos de un mes emprendimos el acopio de las obras, luego les dimos acomodo y así, todavía con el dolor entero y sin fisuras, mandamos a la estampa estas páginas que son testimonio de luto, sí, pero también de convivencia festiva a la que varios escritores del Nazas acudimos con un regalo hecho de fe en la bondad de la literatura. Sabemos que no hay tributo suficiente para alguien que con la frente y el corazón honestos, como los de Enriqueta Ochoa, trazó una obra de tan elevados registros técnicos y espirituales. Que sea pues nuestra modesta palabra —la palabra de sus coterráneos— un paso más hacia la espléndida presencia de quien ya es, por qué no afirmarlo con el adjetivo que mejor le calza, una lagunera universal”.