domingo, marzo 30, 2008

Tres alegres compadres



Qué obscena falta de tacto tienen nuestros políticos. Están con frecuencia en donde no hacen falta y dejan de asistir a lo que puede darles imagen de hombres sensibles a la historia de sus comunidades. José Ángel Pérez, Ricardo Rebollo y Carlos Aguilera, alcaldes de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, enseñaron la calidad de sus plumajes el viernes 28 al desairar el primer homenaje póstumo para el periodista Alonso Gómez Uranga, organizado (obvio, dada la falta de malicia histórica de José Ángel) en Gómez Palacio, aunque no por el deseo de Ricardo Rebollo, sino por iniciativa de la UNID.
El gobernador Humberto Moreira tuvo la amabilidad de avisar en persona, frente a frente, al rector José Serrano, orquestador del homenaje, y disculparse previamente por su ausencia; por su parte, Ismael Hernández Deras, gobernador de Durango y único orador programado para la ceremonia, faltó con justificación, porque, se supone, tenía en ese momento una reunión con ministros de la Suprema Corte.
Pero que haya faltado el trío dinámico de enemigos de la historia no tiene nombre. José Ángel, Ricardo y Carlos, productos de un yuppismo extremo y oportunista, funcionarios desprovistos de sensibilidad política y cultural, es una verdadera perla y un termómetro de lo que harían en caso de que sobreviniera la desgracia a cualquier comunicador de La Laguna. Decía Sartre que los hombres juzgan a la humanidad en cada uno de sus actos, y Pérez, Rebollo y Aguilera juzgaron con su ausencia a todo el periodismo regional. Sin darse cuenta, ofendieron a don Alonso y a todos los que se apersonaron para rendirle tributo, pues no tomaron en cuenta el simbolismo de una trayectoria de más de sesenta años en el quehacer periodístico. ¿Qué se podría esperar de ellos, pues, si a un periodista con mucho menor carrera le pasa algo en estos tiempos convulsos? Nada, seguramente, ni siquiera unas palabras de aliento. Por otro lado, ¿de qué sirven los asesores que, como el espejo del cuento, les murmuran “qué bonito, todo está bien”, si no hubo uno solo que subrayara a su patrón el disparate de desdeñar el homenaje a don Alonso? ¿Arreglaba José Ángel el caso Mouriño y la inseguridad de Chihuahua? ¿Negociaba Rebollo el cese al fuego del conflicto israelí-palestino o pensaba cómo responder a los “10 Cuándos”? ¿Se regodeaba Carlos Aguilera anunciando a Maribel Guardia para el próximo festival cultural de Lerdo, como jugando vencidas con su colega de Gómez Palacio, quien dijo que Paquita la del Barrio es “cultura”? En fin: no había presupuestos de por medio, no había relumbrón, no estarían los gobernadores, y así, entonces, ¿para qué asistir? El viernes, los tres aprendices de administración pública le dieron la espalda a un personaje importante de la historia regional y a todo un gremio, y sospecho que ni se han percatado del error.
Ojalá emprendan el sacrificio de leer cuando menos estas líneas. José Ángel Pérez (ausente), Ricardo Rebollo (anfitrión ausente) y Carlos Aguilera (ausente): Alonso Gómez Uranga fue un decano de la radio, la televisión y la prensa en la región lagunera. Fue locutor de nuestras primeras radiodifusoras, esto desde 1945. Entre otros muchos personajes, don Alonso entrevistó a Maria Félix, Luis Echeverría, José López Portillo, Luis Spota (fue un escritor-periodista mexicano, señores alcaldes). Fue amante del Quijote de la Mancha (una obra literaria), lector asiduo de Mario Vargas Llosa (no tiene las curvas de Maribel ni canta como la Del Barrio, pero escribe excelente) y de Carlos Fuentes. Fue gerente de radiodifusoras, fundador de noticieros televisivos de opinión y noticiosos, compositor y corresponsal de diferentes diarios nacionales y estatales. Tres veces premio estatal de periodismo y ganador de El Águila de Oro, su voz (de acento clásico, viril, perfectamente timbrado) se convirtió durante años en sinónimo de noticia en La Laguna. Seis décadas de periodismo en radio, televisión y prensa impresa fueron homenajeadas el viernes en Gómez Palacio y nuestros alcaldes, con su desaire, emitieron una “opinión” contundente, más que sobre don Alonso, sobre el periodismo lagunero al que seguramente minusvaloran y quizá hasta desprecian.
Fui condiscípulo en la universidad y soy amigo de Sandra Gómez Vizcarra, hija de don Alonso. Desde aquí, felicidades a su madre, a sus hermanos y a ella por el merecido homenaje a la memoria de don Alonso, hombre cuyo ejemplo de trabajo seguirá vivo en las trincheras de la información regional.