jueves, febrero 28, 2008

Tío Warren, acá estoy



Uno de mis interlocutores favoritos es xxx, quien trabaja en xxx y es una auténtica lumbrera en varias materias. No coincidimos en muchos temas, pero en verdad siempre me ha parecido brillante y nada impositivo al exponer lo que piensa. Es, por ello, un tipo que me cae sobradamente bien. Ayer, este querido compa me hizo llegar una nota muy interesante sobre el multimillonetas Warren Buffett. Más allá de que nunca he simpatizado con esas historias de éxito que sólo embobecen a los soñadores, la nota sobre Buffett, y principalmente sus consejos, son un delicioso pastel si comparamos al magnate norteamericano con el millonario estándar de aquí, hecho a punta de desvelos, esfuerzo y, sobre todo, tráfico de influencias y ejemplar impunidad.
Según la información, Warren Buffett, una de las tres personas más ricas del planeta, donó 31 mil millones de dólares (de los cuales, por cierto, no me ha tocado un solo dólar). Ese gesto de altruismo no tiene parangón en la historia universal de los limosneros (limosneros en su sentido antiguo y recto, es decir, el que da limosna, no el que la recibe). Y lo hizo sin aspaviento, sin recurrir a Teletones que a cambio de una donación pesada dan algunos minutos de publicidad a los nada anónimos y sí muy anticristianamente presuntuosos benefactores. Buffett se desprendió de ese varo (como dicen los chilangos) y como si nada se fue a ver tele en su casita de Nebraska. Así de peluchín.
¿Y por qué hizo eso el señor Buffett? Pues porque, si nos atenemos a su “filosofía”, es un supermillonario atípico y al parecer ya está contagiando a Bill Gates, quien en cualquier momento nos sale con que va a deshacerse de Microsoft para dedicarse a vender casetón o tubería de pvc. Buffett, pues, altera por mucho el concepto de potentado que tenemos sobre todo en México, país en el que cualquier metrosexualete con American Express se cree Aristóteles Onassis. La biografía de Buffett nos pinta a un monstruo del olfato financiero:
“1. Compró su primera acción a los 11 años y se lamenta de haber empezado demasiado tarde! 2. Compró una pequeña granja a los 14 años con sus ahorros provenientes de repartir periódicos. 3. Todavía vive en la misma pequeña casa de 3 cuartos en Omaha que compró luego de casarse hace 50 años. Él dice que tiene todo lo que necesita en esa casa. Su casa no tiene ningún muro o reja. 4. Él maneja su propio carro a todas partes y no anda con chofer o guardaespaldas. 5. Nunca viaja en jet privado, a pesar de ser el dueño de la compañía de jets privados más grande del mundo. 6. Su compañía, Berkshire Hathaway, es dueña de 63 compañías. Él le escribe sólo una carta cada año a los CEOs de estas compañías, dándole las metas para el año. Nunca convoca a reuniones ni les llama regularmente. Él le ha dado dos reglas a sus CEOs: Regla número uno: No perder nada del dinero de sus accionistas. Regla número dos: No olvidar la regla número uno. 7. Él no socializa con la gente de la alta sociedad. Su pasatiempo cuando llega a casa es prepararse palomitas de maíz y ver televisión. 8. Bill Gates, el hombre más rico del mundo, lo conoció apenas hace cinco años. Bill Gates pensó que no tenía nada en común con Warren Buffett. Por esto, programó la reunión para que durara únicamente media hora. Pero cuando Gates lo conoció, la reunión duró diez horas y Bill Gates se volvió un devoto de Warren Buffett. 9. Warren Buffet no anda con celular ni tiene una computadora en su escritorio. 10. Su consejo para la gente joven: aléjese de las tarjetas de crédito e invierta en usted.
Y recuerda: A) El dinero no crea al hombre, sino que fue el hombre el que creó el dinero. B) La vida es tan simple como usted la haga. C) No haga lo que los otros digan. Escúchelos, pero haga lo que lo hace sentir mejor. D) No se vaya por las marcas. Póngase aquellas cosas con las que se sienta cómodo. E) No gaste su dinero en cosas innecesarias. Gaste en aquellos que de verdad lo necesitan. F) Después de todo, es su vida; ¿para qué darle la oportunidad a otros de manejársela? G) Si el dinero no sirve para compartirlo con los demás, entonces ¿para qué sirve?”.
¿Cómo no fue tío mío el viejo Warren? Con el 0.000001% de su generosidad me hubiera quitado de encima, per saecula, a las pirañas asesinas de Hacienda.