miércoles, octubre 03, 2007

Heterodoxo Vique



En argentina conocí a Fabián Vique. Debido a los apuros y las urgencias habituales en los encuentros académicos, apenas pude cruzar dos o tres palabras con él. Tuve la suerte, sin embargo, de que me regalara un ejemplar de La vida misma y otras minificciones, edición bilingüe serbio-española publicada por el Instituto Cervantes de Belgrado. Sus textos, no exagero, me deslumbraron, y de inmediato me sugirieron la escritura de una reseña que prometo para más adelante.
Una buena decisión de los editores fue incluir la dirección del blog donde Vique instala gratis sus fogonazos de palabras. Cuando lo abrí en mi compu, no pude no decirle a su autor, por mail, que el suyo me parecía un gran ejemplo de escritura rara, marginal, heterodoxa o como le queramos denominar. El caso es que Vique, quien trabaja para la Universidad de Kragujevac, en Serbia, es de esos casos extraños de escritores que hasta en el blog hacen con la palabra lo que muy pocos: inventar mundos nuevos, insólitos, abrir puertas a realidades donde la lógica tiene otra lógica (como lo hace también Alejandro Dolina, su paisano de Buenos Aires). El mismo nombre de su blog es una revelación: “De las aves que vuelan me gusta el chancho”.
A reserva de comentarlo más a fondo cuando reseñe La vida misma..., traigo una muestra metablogera de su blog disponible para todos los usuarios de Internet; lo recomiendo ampliamente (“Un año de aves que vuelan”):
“Hablar del cumpleaños de un blog es como hablar de los sentimientos de un ladrillo. Y sin embargo, cuando se cumplió un año desde que empezamos a colgar cosas acá (18 de marzo) sentí que debía comprar una torta, globos y un regalo.
Solo tengo que decir que esta casa rodante es una casa en la que pienso quedarme mucho tiempo y también un género literario como cualquier otro. La diferencia esencial, creo, entre este género y los que conocimos hasta ahora es la ausencia de ‘control de calidad’, en el mejor y en el peor sentido de la palabra.
La mayor parte de los blogs con los que me he topado al azar no me gustó ni un poco. Pero algunos sí, y mucho, y su publicación hubiese sido imposible si hubiesen tenido que pasar por las manos de editores, correctores, gerentes de mercadotecnia (qué linda palabra, el diccionario de la Real Academia la sugiere antes que marketing), gente que tiene que hacer su trabajo y lo hace como puede y con los medios de que dispone (por ejemplo, este año tienen que salir dos novelas, tenemos cuatro amigos novelistas, dos quedan afuera).
Es decir, que la blogósfera posibilita la cantidad, y de la cantidad sale la calidad, como lo sabe cualquiera que haya visto una vez en la vida jugar a un marcador de punta brasilero en una playa de Copacabana. Se trata, como dijo Umberto Eco y cualquier gil se da cuenta, de aprender a buscar”.