sábado, diciembre 30, 2006

2006, año de oquis

A mi parecer, un día figura como el más importante en el 2006 que expira este domingo: el 2 de julio. Aunque hoy dé la impresión de ser ya parte de la prehistoria nacional, aunque ahora parezca normal decir (con modorra vacacional) “presidente Felipe Calderón”, lo cierto es que en tal fecha México dio un paso gigantesco hacia atrás. Décadas y décadas de lucha política para democratizar al país, luchas en las que por cierto participó pundonorosa y meritoriamente el ex presidente Fox, fueron echadas el tambo de las inmundicias por muchos actores perversos, entre ellos, con destacadísimo papel, por el mismo Vicente Fox, quien en menos de seis años hizo astillas el pequeño avance democrático alcanzado en 2000, aniquiló su propia honorabilidad y se convirtió, mutatis mutandis, en una especie de Victoriano Huerta posmoderno.
Fox es el responsable del derrumbe democrático mexicano, pero no actuó solo. Más: el de Guanajuato respondió como perrito de circo a los mandamases económicos que temblaron ante la posibilidad real de cambiar el modelo económico que los ha beneficiado fabulosamente desde 1988. Por ello no es mero accidente que tanto los empresarios como los medios electrónicos más influyentes y gananciosos hayan apretado filas para impedir, costara lo que costara, cualquier descuido en el proceso electoral.
El precio más alto, en principio, fue la polarización y el riesgo real de disturbios. Fox y sus compinches provocaron un encono social inédito en México. Contra lo que difundían muchos medios, fue la izquierda sistemáticamente agraviada la que con notable responsabilidad dio ejemplo de madurez. Sin renunciar a su derecho de exigir claridad, sin transigir un minuto ante el linchamiento mediático que la ubicaba como cerril y propensa a la agresión, se mantuvo en todo momento ecuánime, pacífica, respetuosa de la legalidad violada, eso sí, por quienes se decían y se seguirán diciendo demócratas y honrados.
Triste día, pues, el 2 de julio. Esa fecha contamina de pestilencia a todo el año, tanto que, como ocurrió en el salinismo, será olvidada por hartazgo ciudadano, por paréntesis decembrino, por resignación o por lo que sea, pero a la larga, a medida que pasen los meses, adquirirá el valor que hoy tiene su mejor correlato, el 6 de julio del 88. Entre esas dos fechas México pasó del fraude descarado a la imposición de terciopelo. En el ínterin, claro, la sociedad ha crecido políticamente, pero todavía no tanto como para armonizar sus deseos de cambio con una participación más decidida en las luchas políticas que todavía se deben librar con el objeto de que, en principio, sea respetado impecablemente el juego electoral. Si, como ocurrió en 2006, las elecciones se ven groseramente permeadas por intromisiones federales (y del propio Ejecutivo), si los medios afilan cuchillos para desollar a un candidato, si los empresarios suman su creatividad para el bombardeo de lodo, si el IFE se sigue haciendo bolas para cuadrar cifras inverosímiles, cualquier ganador llegará al poder, como ahora, con un tremendo déficit de legitimidad.
El 1 de enero del 2006 aún teníamos algo, poco si se quiere, como patrimonio democrático. El 3 de julio en la mañana ya estábamos en bancarrota. Más adelante lo lamentaremos.

Cien de Othón

En la página 32 de su edición de ayer, La Opinión publicó una entrevista al escritor Ignacio Betancourt, quien comentó brevemente la vigencia de la obra acuñada por el poeta potosino Manuel José Othón. El tema importó en 2006 porque en este año recordamos el centenario luctuoso de quien trazó los inmortales versos del “Idilio salvaje”. En su momento, con suficientes meses de anticipación, señalé en esta columna que las autoridades de Lerdo debían organizar un homenaje mega en loor de Othón, unas jornadas culturales que rindieran el justo tributo al mejor escritor que ha residido en esa ciudad. No sé si lo hicieron (supongo que no), pues un clásico mexicano importa menos que agasajar a Manuelito Espino, presidente nacional del PAN.
¿Cómo celebrar a Othón en La Laguna?, me pregunté en varios momentos del año. La respuesta estaba frente a mí: lo celebramos en cada salida de la revista literaria Estepa del Nazas que dirige Saúl Rosales, publicación que, con dificultades económicas y todo, es uno de los mejores y más sostenidos logros del Teatro Isauro Martínez. Hace no sé cuánto publiqué estas palabras en Estepa. Nótese que Othón es en ellas un actor central (“Blanca nota en la estepa del Nazas”):
“… puedo decir casi con júbilo que los diez años de Estepa del Nazas me dan la oportunidad de recordar —de restregar— que gracias a este tipo de vehículos el trabajo literario, por fortuna, tiene un primer trampolín hacia la difusión de sus productos. Son los jóvenes escritores laguneros, como se ha visto, los primeros beneficiarios de un espacio como Estepa. Aquí, durante 37 números, contado éste, muchos escritores han visto publicadas sus primeras palabras, y ése no es un flaco servicio a la literatura lagunera si consideramos que gracias a ese simple acto, el de publicar con cierta regularidad, el joven escritor se compromete ante el lector y, si hay alguna retroalimentación, pueda vislumbrar la gradual madurez de su trabajo.
La supervivencia de Estepa no ha sido cómoda. Como ocurre siempre a las revistas culturales, y más si padece la desgracia de circular en provincia, esta revista ha tenido que torear demoras, faltas de presupuesto y comentarios exquisibárbaros pero ha sorteado todas las adversidades, creo, por tres razones:
1. Porque tiene como principal soporte a Saúl Rosales Carrillo, experimentado y tenaz editor de publicaciones literarias.
2. Porque en el Patronato del Teatro Martínez se ha impuesto la lógica y ha decidido apoyar uno de los mejores frutos de su quehacer cultural.
3. Porque no son pocos los escritores y los artistas gráficos (laguneros y foráneos) que han encontrado en estas páginas un frecuente sitio de interés, y por tanto lo defienden.
Vi nacer a Estepa en 1994. Gustoso he colaborado quizá en una docena de ejemplares; muy orgulloso de este acervo hemerográfico tengo la colección completa y, lo más importante, he visto aquí surgir a los jóvenes de toda una generación en las letras laguneras. ¿Por qué no creer que todo esto es, para nosotros, los que andamos entre libros, revistas y palabras, un motivo de alegría? Yo lo siento así. Me da gusto este décimo aniversario, y más me da cuando viene a mi mente el poema de donde se tomó el cabezal de esta revista, aquel impecable soneto de Othón donde el poeta potosino piensa en la estepa, en la terca torridez del clima, en el cuasidesierto donde, pese a todo, él vio tronar la bellota del algodón como nosotros ahora vemos tronar la bellota de estas páginas durante diez difíciles pero satisfactorios años (‘Una estepa del Nazas’): ‘¡Ni un verdecido alcor, ni una pradera! / Tan sólo miro, de mi vista enfrente, / la llanura sin fin, seca y ardiente / donde jamás reinó la primavera. // Rueda el río monótono en la austera / cuenca, sin un cantil ni una rompiente / y, al ras del horizonte, el sol poniente, / cual la boca de un horno, reverbera. // Y en esta gama gris que no abrillanta / ningún color; aquí, do el aire azota / con ígneo soplo la reseca planta, / sólo, al romper su cárcel, la bellota / en el pajizo algodonal levanta / de su cándido airón la blanca nota’.
Felicidades, Saúl, y felicidades también a todos los asiduos esteparios. Entre ellos me cuento, sin duda y muy sonriente, como uno más en ese rostro múltiple”.

Odio perenne

¿Cuánto dura el odio luego de una crítica literaria adversa? Esta pregunta me la he planteado en muchas ocasiones y su respuesta, la mejor que he hallado, es ésta: toda la vida. No tengo a la mano muchos ejemplos para demostrarlo, pero en estas vacaciones me topé con uno en el que soy destinatario de una tirria tan grande como duradera. Cuento los detalles en orden cronológico. Omito nada más los nombres propios, pues lo que me interesa es la bajeza literaria del asunto, no sus actores.
Hace quince años coordinaba yo un suplemento literario en el que, no sé si con fortuna o sin ella, intenté hasta donde pude proponer en La Laguna una manera distinta de difundir literatura, arte e historia. Tenía bajo mi laxo mando a un diseñador y a un capturista de textos, y entre los tres hacíamos el trabajo con las uñas, sin internet a merced (era 1992 y aun no se popularizaba) para tomar textos de contrabando ni dinero para pagar colaboradores. Los artículos, cuentos, poemas y entrevistas que conseguí cada quincena no dejaban de mostrar, en el fondo, algo de heroico: con sacacorchos, muchos los obtenía de mis amigos y no eran pocos los textos que obligadamente escribía yo: un editorial, dos columnas y a veces algo más. Esas precariedades aguzaron mi ingenio, me ensañaron a escribir a vuelatecla y sin pensarlo dos veces, lo que a la postre fue mi mejor universidad.
Orgulloso pese a la modestia de cada suplemento, fui siempre receptivo a los esporádicos aportes voluntarios. De vez en cuando alguien, motu proprio, me arrimaba un texto, y si pasaba mi aduana de brazos abiertos aparecía publicado con un lugar de privilegio en nuestras páginas. Entre los pocos casos que rechacé estaba el de un tipo con oscura fama de plagiario; de la dirección me recomendaron aceptarlo, sugerí mis reservas, y al final aquel “escritor” figuró en el espacio que estaba bajo mi responsabilidad. No recuerdo si fue en su segunda o tercera colaboración, pero el punto es que me entregó un ensayo firmado con su nombre pero no de su autoría. Lo conservo entre mis papeles (no a la vista en este momento), y recuerdo que trataba sobre la portentosa obra humanista de Fray Bartolomé. Pocos días después, alguien me acercó una revista española donde aparecía un texto esencialmente idéntico. Lo firmaba, si la memoria no me traiciona, el narrador español José Manuel Fajardo. Comparé párrafo tras párrafo los dos ensayos, el de mi suplemento y el de la revista hispana. Aquel ejercicio fue tristemente asombroso: mi flamante colaborador sólo había cambiado algunas palabras y con eso daba por suyo un producto intelectual ajeno.
Obviamente, lo denuncié brutalmente (con mi estilo nada cordial de aquellos años) y el tipo desapareció sin decir “esta pluma plagiaria es mía”. Su silencio fue elocuente, la mejor prueba de que no tenía armas para defenderse. Muchas veces, en varias ocasiones, he sabido que anda por allí de fanfarrón, apantallando a quien se deje. Pensé que el tiempo lo había pulido, que al menos vivía arrepentido de sus antiguas andanzas de saqueador literario. Pero no. En una posada familiar reciente, un sobrino mío me dijo que si conocía a Fulano de tal. Le respondí que sí y, por supuesto, exploré su curiosidad. “Es que me dio clases de español en la secundaria y me preguntó si yo era algo de Jaime Muñoz. Le dije sí, que es mi tío. Luego mi maestro contestó: pues él me cae muy mal, me dañó”.
Lo imaginé al pobre diablo: todos sus numerosos alumnos con el ordinario apellido “Muñoz” eran víctimas de la misma pregunta. Al fin halló a uno, y le dijo eso, “me dañó”. Reflexiono ahora sobre el caso y concluyo atónito: el odio literario puede durar toda la vida, cierto, pero también el cinismo y la total ineptitud autocrítica.

Notas desde Tucumán

Mi amigo David Lagmanovich me envió desde Tucumán, Argentina, donde reside, una serie de nueve “notas” de fin de año; son, ignoro si lo percibo bien, breves comentarios que no se ajustan del todo a ningún molde genérico y tienen mucho de grata divagación. Su autor no les confiere importancia, pero yo les advierto el valor del pensamiento articulado en letra de molde por un hombre que es, como se decía endenantes, un pozo de sabiduría. Escuchemos tres “notas” del doctor Lagmanovich:

Musas, no
No, me produce rechazo la idea de una "musa", o de más de una. Me parece que ese concepto, lo mismo que el de "inspiración", son mitos clásicos originados en una concepción imperfecta de lo que significa la creación. Si bien se ve, la función de una "musa" y la del dios o ángel que transmite la "inspiración" conciben el poeta —o, en sentido más amplio, cualquier tipo de creador— como un ente pasivo: está vacío de contenidos, hasta que se produce el soplo de la inspiración, o la imagen de la musa despierta en él la pasión por la escritura o por lo que sea. Pero hoy creemos que eso a lo que se referían los antiguos no viene de fuera sino de dentro, quizá de las profundidades de la conciencia del creador. Tal vez por eso, muchas veces uno no conoce del todo el significado de lo que se ha escrito; pero no porque alguien —algún ente— lo haya soplado desde fuera, sino porque son recuerdos, sentimientos, incitaciones que están alojados en las honduras del alma, por así decirlo; una emoción los ha movilizado y ahora están allí, a la vista de todos, en la forma que uno es capaz de darles. Nada de musas: sí, en cambio, la mano amiga que te ayuda a sostener el rumbo, a manejar este pesadísimo timón que tiene el barco de la vida.

Lavorare non stanca
Desde ayer (30 de noviembre): regreso a la etapa final de mi libro sobre la narrativa policial en la Argentina. Sólo me falta agregar unas descripciones de algunas novelas del género negro (Martini, Soriano, Giardinelli), retocar las conclusiones, y leer todo una última vez. Lo esperan en Colonia [Alemania], adonde lo enviaré, a más tardar, el 10 de diciembre, y si es posible antes. Es el primer libro que voy terminando con vistas a su publicación en 2007: un año, por otra parte, en el que me interesará mucho más leer que escribir. Puesto que, como solía decirles a mis alumnos, el escribir no es una tarea, sino tres: consiste en leer, pensar y escribir. Y hasta podría decirse que son cuatro actividades: leer, pensar, escribir y revisar.

La vida literaria
Sabedora de mi regreso [de Suiza] (nada puede ocultarse en la vida provinciana), me llama una anciana poeta local, Ariadna N (no invento el nombre). Inmediatamente después de decir hola comienza a relatarme un recital de sus poemas, que celebró en mi ausencia. En ningún momento se le ocurre decir, por ejemplo, "Y a vos ¿cómo te fue?", aunque sea por fórmula. Nos despedimos sin haber tocado otro tema que el de su recital. Ayer (diciembre 1) me vuelve a llamar, evidentemente para seguir hablando de su recital (…) Ariadna no ha publicado ningún libro en los últimos 20 años; es notorio que no lee (salvo sus propios poemas, que conoce de memoria) y, cuando la entrevistan, la conversación deriva siempre al relato de sus amores con un pintor famoso, medio siglo atrás. Su caso es patético, pero también lo es aquello que ejemplifica: la sobrevaloración de la vida literaria a expensas de la literatura. En todo caso, acepto mi egoísmo: estoy dispuesto a hablar de la segunda, no de la primera. La charla con los colegas es enriquecedora siempre que sea precisamente eso: un diálogo sobre nuestra relación con esa entidad esquiva, lo que a falta de mejor nombre llamamos literatura.

viernes, diciembre 29, 2006

Cuadernillos de Iberia Editorial


Regalé este librito en la temporada navideña; es el primer cuadernillo de una colección que vivirá hasta donde mi bolsillo aguante.










miércoles, diciembre 27, 2006

Feliz navidad, jijos…

No hay operativo antidrogas que dure cien años ni narcoestado de la república que lo aguante. Esa paráfrasis del conocido refrán es la que dejaba rondando en la cabeza el chipocludo dispositivo de seguridad montado por el nuevo gobierno para mostrar bíceps de Latin Lover en Michoacán. Lamentablemente, numerosos escépticos (me incluyo) le atribuyeron a la medida una mera condición escenográfica, la oportunidad inmediata que el gobierno entrante se abrió para restablecer el orden en un país vulnerado hasta el coño por la delincuencia.
En su momento opiné sobre el asunto y me hice unas preguntas que reiteró no sin algo de tristeza: “¿qué tan eficaz será el operativo si pensamos que es sólo un entidad la que gozará los “beneficios” de la militarización? ¿Imaginamos siquiera las intrincadas condiciones del terreno en el que se mueven los narcazos de aquel estado? No es Michoacán precisamente una planicie, y dados los recursos que ostentan los malos del film no es remoto que tengan, como Osama Bin Laden en Afganistán, escondites inaccesibles en el monte. Por otra parte, ¿cuánto tiempo podrán estar allá los efectivos del ejército? ¿Cuántos miles más se necesitarían para Chihuahua, Nuevo León, Jalisco, Baja California, Sinaloa, Tamaulipas…?”.
Pasadas dos o tres semanas, la realidad que no se toma vacaciones comenzó a dar explícitas respuestas; una nota publicada ayer en El Universal da pormenorizada cuenta de la roja (no blanca) navidad que se despacharon en Michoacán las fuerzas del desorden. Según el cable, los narcos que seguramente se sienten agraviados aprovecharon el 25 de diciembre para dejarse caer la greña en materia de rencor. Un breve sumario de sus tropelías pinta el majestuoso fresco de la barbarie que, con o sin Operativo Aguacate, infesta a Michoacán y obliga a pensar en medidas más realistas para acabar con el, al parecer, indestructible crimen organizado.
Aunque arrancará la segunda etapa del operativo en Michoacán, es un hecho que la violencia ya está haciendo de las suyas con un grado casi infernal de perversidad. “La Procuraduría de Justicia del estado (PGJE) informó que en la ciudad de Uruapan, 120 kilómetros al occidente de Morelia, el policía auxiliar Graciano Castañeda Flores fue asesinado frente a su casa por desconocidos, quienes le dispararon con pistolas nueve milímetros y 38 súper. También en Uruapan fue ejecutado Luis Manuel Gómez Ambriz, de 25 años, de un tiro en la cabeza”, señala El Universal, y sigue con su crónica macabra: “Castañeda Flores es el segundo policía asesinado en menos de una semana en Uruapan, luego de que el viernes pasado fue acribillado a tiros otro auxiliar. En el municipio de Senguio, 139 kilómetros al oriente, fue asesinado Antonio Gómez Téllez, de 36 años, de un balazo en la espalda”.
La capital, Morelia, no se libra del horror, pues allí “mataron de varios balazos a Ramiro Delgado Arredondo, de 40 años, en la localidad de San Antonio Carupo, y en la comunidad de Tzinzimacato el Grande, de dos impactos de bala murió Miguel García Calderón, de 39 años”. Y “En Carrizalillo, municipio de Lázaro Cárdenas, fue ejecutado Margarito Cervantes Orta, de 39 años, por un pistolero que viajaba en un vehículo azul en la madrugada del lunes”.
No hay espacio aquí para meter a tantos muertos. Para lo que si hay margen es para preguntar, otra vez, si los operativos son un remedio o pura inocua pantomima.

Entrevista de hace un año

El disco duro de mi lap es, como el beisbol, una cajita de sorpresas. Hoy encontré, perdida y de inmediato rescatada, una entrevista que me hizo el joven periodista Alejandro López para un tabloide llamado Azimuth, de Saltillo. No sé desde hace meses la suerte que ha corrido esa publicación, pero en su primer número tuvieron la amable idea de dialogar conmigo, lo cual siempre agradeceré. Esto fue lo que salió:

En casi toda escritura se adivina un tránsito en zig zag... en los terrenos de la creación ¿cuál fue tu primer pasmo?
Soy un escritor tardío, pues muchos a los diez o doce años ya saben, o al menos intuyen, que algo tendrán que ver con las letras. Yo, en cambio, hasta los 16 o 17 vi venir ese pálpito, la posibilidad de organizar palabras. No hay antecedentes artísticos en mi familia, no había biblioteca ni costumbre de leer, así que todo fue muy sorpresivo para mí. Un buen día, al final de la prepa, creo recordar, comencé a leer libros no obligatorios y eso me llevó directo a borronear indecisas, abominables cuartillas. Además, como ocurre en el caso de muchos jóvenes escritores, a mí la literatura me entró por la música. Crecí con el canto de protesta, con la nueva trova y esas cosas, y de allí pasé a la poesía y de allí a la narrativa y de allí al ensayo. De aquel pasado musical ya remoto lo único que sobrevive en mí es Atahualpa Yupanqui, don Ata.

¿Cuál la primera visión, la primera imagen, o el primer acorde que te agarró, dejándote aturdido de estupor o de belleza?
Cortázar primero, luego Carpentier, después Vargas Llosa y al final Borges. Esos son los cuatro soportes de mi techo literario. Todavía los releo y todavía me siento en los pupitres de sus aulas.

¿Cómo te percibes con relación a aquel muchacho que escribiera los cuentos de "El augurio de la lumbre"?
La juventud es ingenua. Yo creía que la literatura sólo eran palabras, y por ponerles demasiada atención fui escalofriantemente barroco y superficial cuando empecé a narrar. Hoy creo más en el fondo, y creo en un barroquismo menos formal en términos de léxico que de sintaxis. Soy de esos escritores que han aprendido a escribir más o menos bien a punta de años, de errores y de lectura. En el fondo creo que no se escribe con los ojos, sino con el oído y la razón. A diferencia de los escritores talentosos, yo he batallo el triple para dejar una cuartilla bien peinada, aunque al final no quiero decir lo que Marco Denevi en un microrrelato: “Lo sé —decía el escritor honrado—. He escrito la mitad de lo que quería escribir y publicado el doble de lo que debí publicar”.

Volviendo a tu comentario sobre los lamentables barroquismos juveniles, hay que recordar al extinto Roberto Bolaño y su juicio sobre Daniel Sada, citándolo como una de las escrituras más arriesgadas y propositivas de la narrativa actual, motejándolo de “barroco desértico”.
Creo que pasé (no digo “evolucioné”, pues no estoy yo para afirmar eso) del barroquismo por el barroquismo a una escritura donde la expresión es más transparente y económica debido a una razón simple: cuando uno es joven e inicia en el trabajo artístico, faltan experiencias que le den profundidad humana a lo que uno quiere expresar. Para llenar esa laguna muchas veces, como sucedió conmigo, se recurre inconcientemente a los más oscuros y laberínticos retorcimientos verbales. Luego el tiempo va enseñando, uno comienza a ganarse la vida, se casa, tiene hijos, responsabilidades, fracasos, frustraciones, módicas alegrías, pérdidas, pesimismos, leves ascensos y caídas bruscas, muertes cercanas, desengaños, en suma, la vida comienza a mostrar su verdadero rostro, que no es otro que el de una desdicha esencial. Tarde o temprano se da uno cuenta de esto: venimos a batallar, a padecer, y eso crea una conciencia de lo humano que pocas veces un joven puede tener hasta llegada cierta edad. Eso me ocurrió a mí: fui barroco, artificioso, cuando tenía poco qué decir; luego vinieron los golpes, la certeza de mi finitud, y aprendí que el barroquismo de las experiencias es más intrincado que el de las palabras, así que cambié el tono de mi expresión y caminé hacia rumbos, digámoslo así, más clasicistas. Eso no significa, sin embargo, que el hacer barroco me disguste. Al contrario, cada vez que releo a Carpentier, por ejemplo, encuentro en él una felicidad incomparable. De vez en cuando vuelvo, también, a ese estilo; lo hago sobre todo en periodismo.

¿Cómo incide la noción de desierto en tu obra?, esa infinidad aparentemente vacía donde cabe más de lo que supone la mirada.
Además de lo evidente, el calorón y el polvo inclementes y ubicuos, el desierto (o la estepa, más precisamente) se ha colado en mi obra y me ha provocado siempre la sensación de aislamiento. La Laguna, bien vista, es una especie de ínsula y tiene peculiaridades muy claras para mí, aunque describirlas puede ser algo difícil. Es tierra de trabajo, de gente entrona, fiestera, poco preocupada por los bienes del espíritu, muy trepadora y presuntuosa de sus posesiones, abierta a lo exterior, rutinaria, desapegada del pasado, bastante burlona, ruda, hedonista, informal. No sé. Mi amigo Sergio Antonio Corona Páez, doctor en historia, publicó un libro titulado La Comarca Lagunera, constructo cultural, donde atreve un desmenuzamiento de nuestra “laguneridad”. Yo lo prologué, y estoy seguro que es casi nuestro “laberinto de la soledad”. La idea vertebral de ese ensayo la puedo resumir en la ecuación desierto-trabajo-seguridad. El asunto es mucho más complejo, claro, pero las condiciones geográficas de La Laguna han creado un espíritu peculiar en sus habitantes, y desde que soy conciente de eso una de mis preocupaciones ha sido aprehender tal identidad por medio de relatos.

¿Te concibes como un narrador fronterizo?
No. Más bien, si me permites la autodefinición, soy un narrador interfronterizo. Vivo entre dos fronteras, la de EU y la del sur de mi país, principalmente la que delimita el DF y su ámbito de influencia. Cuando leo literatura chilanga o fronteriza me siento, por igual, ajeno a esos mundos. Ni el sueño americano y sus conflictos ni la asfixia existencial de la megaurbe. Como centronorteño me percibo diferente, ni peor ni mejor, simplemente distinto. Tal vez sólo sea una ilusión óptica, pero dejo a nuestros antropólogos la tarea de definir lo que somos.

Es significativo que menciones a Borges y Atahualpa Yupanqui, lo que me lleva a aquella anécdota cuando el payador, en presencia de Borges definía la amistad como "ser uno mesmo, en otro pellejo", y el elogio borgiano de "qué lindo, y cómo no se me ocurrió a mí...", ante lo que Yupanqui le contestó: "¿Sabe por qué?, porque usted es un erudito y no es paisano, y paisano es el que lleva el país adentro..." Como poeta, hemos atisbado algo de tu noción de país en Pálpito de la Sierra Tarahumara... ¿Cuál es tu noción de país como narrador? Como veta narrativa ¿Cuáles sus cumbres? ¿Cuáles sus miserias?
La principal miseria del país es su política, su gobierno. Eso ha impedido que crezca todo lo demás, incluida la capacidad de respuesta de la gente. Salvo nuestros exuberantes recursos naturales, no veo que seamos ricos en nada ni que seamos un tipo de sociedad excepcional o ejemplar. Elogiarnos es caer en el chovinismo y en la folcloratría. Por mucho menos de lo que hemos padecido, por ejemplo, otros países ya hubieran, o ya han, despertado. México prefiere el adormilamiento, el ahi se va histórico.

El augurio de la lumbre incluye un cuento maravilloso sobre los frustrados deseos de un “crack” de barrio; de alguna manera, aun incidental, el deporte atraviesa una parte de tu narrativa, ya sea como paisaje o en las gestas del futbol llanero o tardes de beisbol sobre un llano en llamas...
Es cierto, aunque nunca he puesto al deporte en el centro de mis relatos. Más bien lo he incorporado como pretexto para decir algo más. Hace años me propuse escribir historias que se relacionaran con los deportes que aprecio desde niño: tengo un cuento sobre fut, una novela con beis, un cuento de box, y me faltan relatos de lucha, de nado y quizá de campismo. Durante años jugué futbol callejero y sin afán de presumir sé que mucho sé de ese deporte. Es simplemente una cuestión de cercanía: al buscar temas encontré que debía escribir sobre lo que he vivido, y si el deporte, como practicante y como espectador, ha estado cerca de mi vida, no vi la razón para desdeñar esos temas en algunos de mis textos.

¿Qué relaciones estableces entre el ejercicio literario y la disciplina o el fervor deportivo?
Es casi lo mismo, sobre todo si pensamos en el deporte amateur. En ambos hay que contar con algo de facultades, en ambos hay que entrenar mucho, en ambos hay que perder demasiado para agarrarle después sabor al triunfo, en ambos hay que disciplinarse, en ambos hay que mostrarse ante la gente, en ambos hay que retirarse a tiempo y en ambos el éxito es menos frecuente que la derrota.

Juegos de amor y malquerencia, tu última novela publicada, ha tenido una excelente acogida, ¿cómo fue su gestación y cuáles significaron los mayores retos en su escritura?
Esa novela lleva mi firma y es cierto que la escribí yo, pero debo confesar que su escritura me provocó tanta felicidad que prácticamente siento que se escribió sola, como si alguien me la dictara. Lo único difícil fue amarrar el tono. Una vez que conseguí el tipo de voz que iba a contar la historia, todo caminó como impulsado por un motor. A partir de ese trabajo supe que lo más difícil en un libro es calcular su timbre, el sonido preciso que debe generar en la sensibilidad del lector. Esta la siento tan lagunera que me parece intraducible. Aunque simula ser un texto, es pura vil oralidad.

martes, diciembre 26, 2006

Con dinero de México

Ya no es necesario cepillar; con la sola descripción de sus andadas queda evidente la podredumbre del sindicalismo charrísimo que se gastan en el SNTE. Copio aquí la columna dominical Imaginario colectivo de Renata Chapa; ésta fue publicada el 24 de diciembre de 2006 en El Diario de Chihuahua.

Imaginario colectivo
Diciembre indeSNTE
Renata Chapa

Llamativas pero incompletas. Las reseñas y notas periodísticas se quedaron a medio camino. En casi una treintena de diarios de circulación nacional y regional, no habían suficientes detalles para recrear aquel entorno. Aunque para muchos las descripciones sobran porque la sola mención del sitio resulta evocadora, la situación amerita un recorrido más pausado en el lugar de los hechos. Es necesario intentar poner ante los ojos del lector lo vivido por otros. Más aún cuando esos otros constituyen un grupo de casi doscientos profesores, líderes y exlíderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Y el escenario es Hawai.
En esta semana circuló la información referente al apoyo financiero brindado por el sindicato gremial que encabeza la maestra Elba Esther Gordillo —recientemente propuesta por diputados del PAN y del PRD para ser investigada con motivo de su fortuna inmobiliaria valuada en 67 millones 900 mil pesos según documentos del Registro Público de la Propiedad en el DF (Reforma, 19/12/06)— para que les fuera tramitado un viaje de fin de año en barco por las principales islas hawaianas. El viaje, según el vocero del SNTE, Fernando Macías, “es un programa de promoción y de reconocimiento a muchos maestros (…) Por volumen se consiguen precios atractivos. En el barco va todo incluido, todo. Lo que se hizo fue buscar mejores precios y condiciones (…) A los maestros se les consiguen este tipo de promociones” (EFINFO, 20/12/06). Conocer con certeza a qué se refiere el vocero Macías cuando utiliza las palabras “promoción” y “reconocimiento” para ofrecer justificaciones del viaje es tarea complicada. Los medios no registran más detalles sobre el uso de este par de vocablos por parte de Macías. ¿Se tratará de una promoción de los sitios turísticos de Estados Unidos, o una promoción a nivel internacional del trabajo de los integrantes del SNTE, o posiblemente una promoción de un determinado programa de incentivos a la puntualidad, al pago de cuotas sindicales, a la transparencia administrativa? ¿Reconocimiento a los profesores afiliados al SNTE por sus contribuciones al mundo científico, a la investigación tecnológica?, ¿reconocimiento por sus logros académicos nacionales e internacionales?, ¿por el aprovechamiento de excelencia de sus alumnos?, ¿a la trayectoria ejemplar de los líderes y/o exlíderes sentistas? ¿O existirán otros motivos tácitos? ¿Quizá políticos? ¿Posiblemente relacionados con aquella imagen histórica de la profesora Gordillo que levantaba la mano de Felipe Calderón para declararlo, antes de que lo hiciera el TRIFE, Presidente de la República Mexicana? Con los datos arrojados hasta hoy, no se puede saber. Sólo es posible conjeturar. Una pista para desarrollar ciertas inferencias sobre el tipo de “logro reconocido” a los maestros con el mencionado viaje, podría ser la que contemple el destino del tour y los vericuetos que éste implica. Es decir, no es lo mismo que el gremio sindical organice y financie a sus beneficiados una visita a una presa en Durango que a Mazatlán, Sinaloa; no es lo mismo Mazatlán, Sinaloa, que Cancún, Quintana Roo; no es lo mismo Cancún, Quintana Roo, que Kauai, Molokai, Lanai, Kahoolawe, Maui, Oahu y Hawai. Las distancias, trámites, hoteles, transportes y, por ende, los precios implican diferencias sustanciales. Por tanto, la hipótesis base derivaría en que a mayor inversión para el “viaje de reconocimiento”, mayor el logro del profesorado. Será necesario, entonces, regresar a, por lo menos, un par de parajes pisados por los seguidores de Elba Esther e intentar la recreación de lo que los visitantes vieron, tocaron, olieron, oyeron, sintieron. El primero está ubicado en la isla de Oahu, cerca de Honolulu, ciudad a la que llegaron los viajeros después de volar desde San Francisco, California. Es en la playa de Waikiki donde está el Hilton Hawaiian Village® Beach Resort and Spa (HHV), hotel de cinco estrellas que, si se condujo como acostumbra, dio la bienvenida a los sentistas responsables de la formación educativa de tantos niños y jóvenes de nuestro país con un fresco lei, típico collar de flores exóticas de la región. Aunque es muy probable que, desde su arribo al aeropuerto, los viajeros hubieran sido sorprendidos de la misma manera —con un lei— porque es un añejo símbolo de cortesanía de los isleños de Hawai. Según la información traducida de la página virtual del HHV ( HYPERLINK "http://www.hiltonhawaiianvillage.com" www.hiltonhawaiianvillage.com), el área que ocupa este centro hotelero es de 22 acres (poco más de 89 mil metros cuadrados) frente al Pacífico, océano que, según comentó una de las viajeras proveniente de la secundaria Felipe Carrillo Puerto en Mérida, Yucatán, resultó ser “toda una decepción” por lo frío de sus aguas (Diario de Juárez, 19/12/06). Sin embargo, para satisfacer las exigencias de sus clientes, el HHV les ofrece la posibilidad de tomar un agradable chapuzón en cualquiera de sus cinco albercas, con cascadas artificiales, dentro de las cuales se incluye la más grande de todo Waikiki. Todas ellas están distribuidas en puntos estratégicos del complejo hotelero. A la orden del paladar de los turistas magisteriales provenientes de diferentes puntos de México, el HHV abre las puertas de sus 22 restaurantes con diferentes conceptos gastronómicos. “Golden Dragon”, “Village Steak and Food Restaurant”, “Cj´s New York Style Delikatessen”, “Rainbow Lanai” o el “Ola Pono Spa Café” son sólo algunos de los puntos que constituyen el sofisticado mosaico culinario al que tuvieron acceso los profesores. Por ejemplo, en el caso del “Bali by the Sea”, uno de los más solicitados restaurantes ubicado en la simbólica Torre Arcoiris del Hilton, el visitante tiene la oportunidad de sentarse ante una vista abrumadoramente bella del atardecer a la orilla del mar, mientras degusta el siguiente menú: como entrada, elote dulce Kahuku y sopa de cebolla Maui o una fresca ensalada Island de vegetales verdes con aderezo de champaña Bali; luego, los comensales pueden optar entre un Mahimahi a las brasas, pechuga de pollo al curry o una pasta coronada con mariscos. La comida, según el sitio virtual del Hilton, finaliza con una “dulce nota” compuesta por una copa de crema de fresas frescas acompañada de nieve sabor nuez macadamia. Buen provecho, compañeros sentistas. Para ir de compras, como sucedió la tarde del 10 de diciembre dentro del tour de los del SNTE (Diario de Juárez, 19/12/06), más de noventa tiendas estuvieron a sus servicios: “Aloha Ukulele” (instrumentos musicales hawaianos); “LeSportsac” y “Louis Vuitton” (accesorios de diseñador); “Reinassance Gems” (joyería); “Shoe emporium” (zapatos); “KoKo Boutique” (regalos de calidad europea); “The Pearl Factory” (joyería especialista en perlas); “Alter Ego” (boutique juvenil); “Sunglass Hut” (lentes oscuros); “Guest Pix´s” (artículos fotográficos y revelado); “Harley-Davidson” (ropa y artículos exclusivos de esta línea para motociclistas), entre otras. Otro atractivo del emporio hotelero en la playa de Waikiki es la fauna típica que, con seguridad, fue uno de los marcos fotográficos con más demanda por los agremiados del SNTE, así como alguno de los múltiples espacios ecológicos y jardines botánicos abiertos al público dentro del hotel. El Hilton en Oahu ofrece a sus huéspedes el spa más grande de todo Waikiki con albercas al aire libre o techadas; modernos baños sauna y jacuzzis; servicios completos de salón de belleza (manicure, pedicure, peinados y faciales); áreas de masajes, aromaterapia y aplicación de mascarillas corporales; restaurante con menú basado en alimentos sanos provenientes del Pacífico; tienda de regalos. En fin, todo lo necesario para lograr el relajamiento total del profesor o líder sindical más apesadumbrado. Para el entretenimiento infantil —ya que la mayoría de los turistas viajaron acompañados de sus familias (Infosel, 19/12/06)— el HHV cuenta con un programa diseñado para niños de cinco a doce años en el que son ofrecidos paseos a las diferentes torres de la zona hotelera y sus lagunas artificiales llenas de peces multicolores; clases de baile hawaiano y polinesios; cocina regional y entrenamiento para buceo. El área infantil también cuenta con una atractiva biblioteca especializada, área audiovisual y un equipo de profesionales en espectáculos y visitas guiadas. Los paseantes elbistas, por tener que abordar un crucero al siguiente día, quizá ya no tuvieron el suficiente tiempo de aprovechar las clases de buceo, de tabla de surf, de baile o el impresionante show de fuegos artificiales y danza con fuego que desde hace décadas tiene orquestado el HHV. Pero quizá sí lograron integrarse a las actividades especiales programadas para las fiestas decembrinas como la “Holiday Chef Cooking Demonstration” en donde habrían de aprender a elaborar la famosa casa navideña de “ginger bread”, o la ceremonia del encendido del árbol de Nnavidad gigante o el paseo por el Hilton, para los de menor edad, en el “Village Holiday Train”. ¿O alguno de los docentes sindicalizados habrá preferido atender tantas de sus tareas pendientes en el vanguardista centro de negocios del Hilton, equipado con computadoras, impresoras, escaners e internet? Muy probablemente no. De todas las opciones para continuar la “travesía del reconocimiento”, el gusto de los profes, líderes, exlíderes sentistas y familiares que los acompañan, se inclinó por el “Pride of Hawaii” (“Orgullo de Hawai”) que, de acuerdo a la descripción de la página virtual HYPERLINK "http://www.smartcruiser.com" www.smartcruiser.com, es una muestra de que, en materia de viajes por los mares hawaianos, “lo bueno se vuelve aún mejor con la llegada del nuevo y lujoso crucero” inaugurado en este 2006 por una de las compañías más poderosas en el negocio de los cruceros en Norteamérica, la Norwegian Cruise Line. Con un peso de 92 mil toneladas y mil empleados que atienden a un promedio de 2816 pasajeros, el “Pride of Hawai” paseó por siete días a las casi dos centenas de trabajadores de la educación mexicana. A continuación sólo se enumeran algunos de los espacios de entretenimiento y servicios comprendidos en la cubierta del “Pride…” por tarifas que van desde los $899 dólares hasta los $1600, según la ubicación y capacidad de la cabina: piscina exterior “Waikiki Beach”; alberca techada y jacuzzi; piscina “Saphire” para niños; librería; gimnasio; galería de boutiques; seis tinas de hidromasaje caliente; tienda especializada de artículos de golf; área de videojuegos; salón de belleza y spa “Ying & Yang”. En cuanto a los restaurantes, son diez los que ofrecen, desde las 5:30 a.m hasta la media noche, una variedad que va de la cocina francesa o italiana a la comida rápida (“Grand Pacific”, “Paniolo Tapas & Salsa”, “Cagney´s Steakhouse”, “Le Bistro”, “Aloha Nui Café”, “Jasmine Garden Asian”, “Papa´s Italian Kitchen”, por citar algunos). Los “lounges” también están a disposición de los navegantes para que puedan brindar con sus pares. El servicio al cuarto está disponible las 24 horas, “tal y como debe ser en tus vacaciones”, según lo afirma la página smartcruiser.com. En otras palabras, y de regreso a los tripulantes del sindicato de maestros, ya en el barco, si alguno de ellos quiere comer una o quince veces, lo puede hacer ya que, como dijo su vocero Fernando Macías, “en el barco todo está incluido, todo”. A lo ofrecido en el barco habría que añadir lo ofrecido en cada una de las islas en las que desembarcaron; como, por ejemplo, diferentes campos de golf clasificados entre los de mejor categoría en el globo. Citan varios periódicos que el senador y secretario del SNTE, Rafael Ochoa, “defendió el derecho que tienen sus compañeros de hacer el tour (…) Es un grupo que lo cubre (el viaje) con sus propios recursos mediante un financiamiento y están en su derecho (de hacerlo) como cualquier ser humano” (El Norte, 20/12/06). Que los integrantes del selecto grupo logren cubrir o no la totalidad de los gastos, es parte de uno de esos inasibles procesos que sólo quienes viven en las tripas administrativas del sindicato pueden conocer a detalle. Y quizá ni para muchos de ellos dicho proceso queda claro. Podrían haberse manejado negociaciones a la petit comite, de ésas a las que la opinión pública simplemente no tiene acceso y quizá ni imagina lo torcidas que pueden ser. Sí, podría haber algunas detrás del sueño hawaiano vuelto realidad. Pero lo que puede resultar más evidente es que, en materia de derechos, de ésos que puede ejercer “cualquier ser humano”, según lo dicho por Ochoa, también está el derecho a la educación. Dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que “la educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia (…) El criterio que orientará a esa educación (la laica) se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”. La hipótesis base hasta ahora defendida sostiene que “a mayor inversión para el ‘viaje de reconocimiento’, mayor el logro del profesorado”. Pueden compararse los pormenores aquí enunciados de la aventura paradisiaca sentista con esos cuantos renglones de la Constitución y con lo que vemos y oímos tanto en educandos como en educadores. ¿Existe relación lógica? ¿Sí corresponde la suntuosidad del recorrido por las islas hawaianas con la calidad educativa demostrada por los profesores del SNTE así como por su presidenta? Y pensar que todavía seguirán la fiesta hoy en la noche deseosos de que, por fin, les llegue su Navidad.

centrosimago@yahoo.com.mx

Por su cumpleaños y con inmensas ganas de acompañarla al café, va ésta, como todas las entregas, con tanto cariño y recuerdos para mi madre, Olga González de Chapa

lunes, diciembre 25, 2006

Hamburguesas Wendy’s

Si algo tiene la mercadotecnia mexicana es una capacidad casi priísta para defraudar. Aunque ha calcado los usos y las costumbres del modelo norteamericano (inevitable es el caso de las franquicias), no ha imitado jamás el buen trato al cliente que, como ocurre en los países desarrollados que imponen hábitos al planeta entero, es una de las reglas básicas del éxito en las ventas. En México son un boom las promociones, los mugrosos regalitos por corcholatas, la cuponería de descuento, pero de la promesa a la realidad suele haber un trecho a veces insalvable. Lo terrible es que la machacona publicidad ofrece y ofrece sin parar, y engatusa sobre todo a los niños, y cuando se consuma la frustración de no poder hacer válidos los cupones o las corcholatas, nadie está allí para decirle a las empresas una que otra verdad, la obligación que tienen de, al menos, organizar sus promociones con un poco más de cuidado.
Bueno, sé que un ejemplo concreto es poca cosa en lo individual pero tal vez sea importante si reproduce un hecho repetido contra la comunidad. Lo narro aquí por la torpeza mercadotécnica que evidencia, por la capacidad que tiene de enseñarnos el desaseado comportamiento de la publicidad, más en esta época particularmente propicia para tirar anzuelos mentirosos. Va.
Cargo gasolina en una estación de la calle 12. Voy con mis tres hijas y la mayor lee el apetitoso anuncio: “Llena los dos tanques [se refiere, obvio, al del coche y al ‘tanque’ o estómago del cliente]. Por cada 100 pesos de Compra de gasolina te entregamos un cupón de WENDY’S para que adquieras una Jr. Bacon Cheeseburger Completamente gratis. Válido en nuestras dos sucursales (Saulo y HEB). Válido hasta 31 enero 2007. Máximo 2 Hamburguesas por ticket. No válido con otras promociones. Se aplican restricciones”. Mis pequeñas, infantilmente ansiosas de ganarse ese “premio”, me piden que solicite los boletos y así lo hago. Todo bien hasta aquí, aunque debo decir que el boleto desnuda no sólo la torpeza de su redacción, sino una crasa mentira: si sólo dan “2 Hamburguesas por ticket” y yo surto 300 pesos de gasolina, entonces no es cierto lo que afirma al principio, que “Por cada 100 pesos de Compra de gasolina te entregamos un cupón de WENDY’S”. Hay desde allí, pues, una trampa, pero no nos vamos a poner roñosos tan temprano.
Pasan algunos días, y las niñas no dejan de fastidiar con la fabulosa incursión a Wendy’s. En general, aborrezco las promociones chichimecas porque sé que de ordinario salen con trabas estultas, pero me dejo vencer por mis pequeñas. Y allá vamos. Al llegar a la caja, el jovencito dice que no puede surtir la promoción, pues hacen falta los tickets de la gasolinera. Le pido que traiga al gerente, y es una joven seca la que me explica: “En la gasolinera debieron graparle los tickets”. Le respondo: “Señorita, ¿en qué parte de los boletos dice que debo traer grapados los tickets? ¿Es mi culpa? ¿Debo adivinar yo ese requisito si no es explícito?”. Contesta, más seca todavía: “Eso deben resolverlo en la gasolinera, no yo”. Contrataco: “Señorita, el convenio lo hicieron la gasolinera y Wendy’s, no la gasolinera y yo”. Remata: “No, esa es promoción de ellos”. Me doy por derrotado, no sin pensar que todo es una basura, pues tranquilamente ella pudo hacer válida la promoción y de inmediato llamar a su superior para atender el error de la gasolinera. Pero no, me jodió a mí, un cliente ordinario, otro pobre ciudadano pendejo y sin voz que se fue en la finta de las promociones.
Con la idea de que tenga dos segundos de fama entre mis cinco lectores, le pedí su nombre a esa gerente de Wendy’s sucursal HEB: “C… Q...”, dispara, rencorosa, tal vez feliz. Pese a su jeta, le obsequio este regalo combonavideño: omitir aquí su nombre.

Valle de láminas

San Paco Valdés Perezgasga, socórrenos. Danos hoy nuestra bici de cada día, ayúdanos a caminar más, a usar con mayor frecuencia el transporte colectivo, a no salir a la calle en coche nomás a comprar un medio metro de listón. Enséñanos una vez más a no depender tanto del coche para movilizarnos, dinos nuevamente cómo hacerle para que los automóviles no terminen por convertir a nuestra hermosa provincia lopezvelardeana en un valle de láminas.
Todo esto te lo pido, san Paco, santo patrono lagunero de los ambientalistas, porque he notado que en esta temporada navideña Torreón pasa sus días atestado de coches, con largas, larguísimas y deefeñas filas de vehículos en prácticamente todas sus arterias. Y si digo “en todas” por supuesto que cargo la tinta en aquellas que son ya de por sí verdaderos embudos. ¿Has visto, san Paco venerado, las colas de dragón chino que se hacen en el bulevar Independencia a la altura de Hipermart? ¿Te ha tocado esperar el semáforo por la Cobián en sus desembocaduras de los bulevares Revolución e Independencia? Esas son las arterias que más veo, las de mi rumbo, pero sé que el bulevar Revolución es una cosa criminal, que el flujo de la Diagonal Reforma es incesante, que el Paseo La Rosita va siempre embutido de coches, que en el centro hay horas en las que no cabe una calavera más.
¿Qué hemos hecho, san Paco, de nuestro lagunero valle metafísico? ¿A dónde iremos a parar en esta ciudad que alguna vez fue hervidero de biclas (un hermoso pueblo bicicletero) y hoy se ha convertido en una pequeña urbe de polvoriento y enano hierro? ¿Se le ha ocurrido a alguien, además de festejar el centenario con ricachón esnobismo, pensar en lo que será el ambiente de la ciudad en unos diez o veinte años? Sospecho con pesadumbre que no, san Paco, salvo a ti, pues los laguneros tenemos un gran ánimo para el lucro y la pachanga y estamos verdaderamente orgullosos de que en promedio las agencias de coches tengan ventas cada vez más altas, aunque año tras año arruinemos más el aire que respiramos así como ya arruinamos el agua que bebemos.
No quiero ponerme prematuramente apocalíptico, san Paco, pero como a ti, aunque sin la información maravillosa que manejas aquí y allá, me dan rabia los encerados oídos de la autoridad que jamás ha promovido una campaña razonable a favor de nuestro aire, que jamás ha difundido el uso de otras formas de transporte que no sea el coche particular, que nunca ha construido un carril (un mísero carrilito por el amor de Lance Amstrong) para los usuarios de la “bírula”, lo que en buen romance cholo significa bicicleta.
Te digo, san Paco defensor de causas al parecer perdidas, que con mis ojos llenos de calle y literatura veo que la ciudad antaño apacible se diluye y nosotros como si la marrana estuviera pariendo, es decir, como si nada, ajenos siempre a todo lo que sea comprometernos un poco, a darle en reciprocidad algo, lo que sea, una queja siquiera, una pequeña indignación, a nuestra ciudad indefensa, víctima de las puñaladas diarias que le asestamos al agua, a la tierra, al aire, a todo.
San Paco, clamo con un sincero grito de pavor en medio de la estepa: qué hacer, así sea a coscorrones publicitarios, para anular el futuro que ya nos pisa los de Aquiles y que, por lo entrevisto, por lo intuido, no pinta nada grato para cuando nuestros hijos salgan a las calles convertidos en adultos. Sea pues, y que la polución sin coto(rreo) nos agarre confesados. Amén.

Hostigamiento bancario

Esta es una bella historia de la vida real, uno de esos pasajes pinchísimos de la existencia provocados por los bancos: un cliente ha recibido crédito hipotecario. Él se sabe responsable, pues siempre ha sentido como un acto cuasirreligioso el compromiso mensual de pagar. En 2006, por ejemplo, de once abonos a su cuenta en sólo cuatro no ha podido liquidar a tiempo. En tales ocasiones, cuando por alguna razón se demoró para cumplir su compromiso, sabe con resignación (aunque también con íntimo enojo) que el banco lo sancionará con un “cargo por mora”, cantidad nada insignificante que se suma implacablemente al saldo mensual. Muy pocos días después, paga la mensualidad y añade la cantidad extra que el banco se echa a sus arcas porque el cliente tuvo el criminal descuido de no cumplir con total puntualidad.
Pese a que como cliente ha sido más regular que irregular, pese a que no ha pasado sin pagar más de veinte días en los pocos casos en los que se ha retrasado, pese a que nunca reclama el monto del “cargo por mora”, los bancos han adiestrado a unos pobres infelices para que, por teléfono y desde el DF, acosen al cliente que ha llegado a diciembre sin liquidar el monto correspondiente al mes anterior. El ágil y lenguaraz funcionario no sólo le recuerda al cliente que no ha pagado noviembre en la fecha estipulada (el día último del mes), sino que debe pagar ese adeudo, el cargo por mora y la nueva mensualidad, el 22 diciembre, ocho días antes del nuevo vencimiento. El cliente repara tibiamente: pagaré el saldo vencido el 22, pero el de diciembre creo que puedo pagarlo el día 30, pues ese día se vence. No, lo para en seco el falazmente amable funcionario chilango. Si usted no paga los diez mil pesos de las dos mensualidades (la vencida y la corriente), el día 23 ya deberá pagar 19 mil pesos. ¡19 mil!, dice el cliente, impactado por esa miserable noticia. Sí, 19 mil, le responde muy seguro el banquerastro. ¿Y por qué esa cantidad, es el doble? Porque, dice la gentil voz, dado su historial usted no ha pagado a tiempo cuatro veces en este año. Siendo así, si no paga el 22 ya no gozará del “beneficio” de que no se le cargue esa cantidad. El cliente sabe que puede pagar ya, en ese mismo instante si fuera posible, los diez mil pesos, pero queda intrigado por la amenaza de que, si por un descuido se pasara de la fecha, pagaría no diez mil, sino 19 mil pesos. Con fingida amabilidad, el cliente cambia de tono y acepta pagar el débito de noviembre el mismo 22, pero el otro adeudo, insiste, lo hará luego, en los días a los que tiene derecho. El hombre del poder, apaciguado por la mesura del cliente, se apiada: bueno, pague el 22 lo de noviembre y el 26 lo de diciembre. Ya metí estos datos al sistema. ¿Podemos contar pues con sus pagos para el 22 y el 26? El cliente acepta y termina la llamada.
Unos segundos después, el cliente recuerda el cordial tono de las palabras que exhiben los vendedores de tarjetas, los ejecutivos de cuenta y la publicidad bancaria. Pero cuando cobran, los banqueros, por medio de sus explotados peones con corbata de poliéster, son unos perros hipócritamente amables, persecutores intimidatorios, maestros del acoso velado o evidente. No es necesario deberles miles de millones, no es necesario no poder hacer un pago durante dos semanas. Si el cliente debe cinco mil pesos y pasa cinco días sin pagarlos, automáticamente, para el banco, es un delincuente y hay que amenazarlo servicialmente por teléfono, inventarle paredones. Como decían los clásicos españoles para referirse a cualquier patán: son unos hideputas.

miércoles, diciembre 20, 2006

Genio Fontanarrosa
















Sé que es difícil conseguir su narrativa, obra literaria tan vasta y divertida como inteligente. Más fácil es hacerse de sus libros de historietas, ya que en México han circulado lo suficiente como para ubicarlo como dibujante excepcional. Tuve el privilegio de conocerlo personalmente en la FIL de Guadalajara, de comprar dos de sus mejores libros de cuentos y sobre todo de escucharlo y deslumbrarme: Roberto Fontanarrosa, el creador de Boogie el Aceitoso, me dejó pasmado y con toda conciencia puedo afirmar que nunca había oído a alguien que manejara el humor oral con tanto veneno, inteligencia, ternura y desenfado juntos.
Nacido en Rosario, Argentina, en 1944, el Negro Fontanarrosa ha figurado sobre todo como dibujante, pero creo con absoluta firmeza que si nomás contáramos sus novelas y sus cuentos pasaría muy fácilmente como destacadísimo escritor. Es, pues, una rara mezcla de monero/narrador, y en ningún caso desmerece, pues cuando dibuja narra a la perfección y cuando narra sabe recrear situaciones, ambientes y personajes como si los estuviera dibujando. Es el humor su principal virtud, por supuesto, pero es necesario distinguir qué tipo de humor se gasta el rosarino: no es (ni en sus monos ni en sus relatos) el cuentachistes seudogracioso que inventa historias vacías, chistoretes a la manera de algunos columnistas cursis. Fontanarrosa, como un Quino elevado al cubo, siempre observa la realidad y encuentra el lado casi filosófico del humor negro. Sus historias tienen, lo comprobé al oírlo, una suerte de brutal frescura, una riqueza de matices que hace de sus ocurrencias un deleite para quien no sólo cree en el humor del pastelazo verbal, sino en las posibilidades de la comicidad (por llamarla de algún modo) maldita.
Si me pidieran recomendar sus libros esenciales, indudablemente empezaría por los cuentos reunidos en La mesa de los galanes. En cuanto a sus títulos de monos, son imprescindibles Inodoro Pereyra, Boogie el Aceitoso y Semblanzas deportivas; no sé, pero Fontanarrosa es bueno siempre, de esos autores queridos porque dan la impresión de no errar nunca ni un penal, para decirlo con el argot futbolero que a él le es tan querido.
De la FIL recuerdo un par de anécdotas. 1) Cuando en una mesa redonda Rius, nuestro insigne monero, confesó su extrañeza al ver por primera vez al Negro Fontanarrosa. “No entendí por qué le dicen así, pues es de piel mucho más blanca que la mía. Supuse que era otra exageración de los argentinos”. Fontanarrosa respondió: “Bueno, en la Argentina al que no es rubio rubio con toda facilidad le dicen ‘negro’; ahora que eso se le dice de cariño, sin intención peyorativa alguna. Sin embargo, si a uno le dicen ‘negro de mierda’, la cosa va distinta, hay que entender que aquello no es precisamente amable”. 2) En una mesa redonda de mujeres caricaturistas, Fontanarrosa estaba entre el público, ocupando la primera fila. Cuando llegó la hora de las preguntas, alguien pidió que hablara el argentino. Le llevaron pues el micrófono inalámbrico hasta su silla de ruedas y como habló sentado, los de atrás no lograban distinguirlo. Surgió entonces un grito: “¡Párate, Fontanarrosa, para verte!”. Aquejado por una enfermedad que lo hace depender de una silla móvil, el Negro respondió a tal grito con un humor más negro que su mote: “En un rato más me pondré de pìe, claro, y de paso haré ejercicios gimnásticos en el escenario”. Un tipazo.

Fragua de ideas

En noviembre pasado apareció el primer número de la revista Fragua. Fui invitado a colaborar en sus páginas y con gusto me sumé a ese nuevo emprendimiento periodístico por una razón harto simple: la confianza que me da, que siempre me ha dado, el trabajo de su director, el periodista Julio César Ramírez. Hasta 1998, fuimos Julio y yo compañeros de espacio en la revista brecha, él como jefe de información y yo como coordinador del suplemento cultural. A partir de aquel año, mis intereses laborales tomaron otro rumbo y poco supe en realidad de lo que Julio siguió haciendo.
En septiembre recibí su convite para sumarme a Fragua y, como digo, no dudé un segundo en dar una respuesta afirmativa, mandé mi primera colaboración y dos meses después tuve el gusto de ver ya cocinado el primer ejemplar de la revista. La expectativa que me despertó fue plenamente satisfecha, ya que se trata de una publicación que apuesta por la calidad de sus contenidos, por la crítica que cada uno de ellos propone. Esto lo exalto porque hay honrosas excepciones, pero cunden como chancros las publicaciones independientes e institucionales cuya única misión en el mundo es distraer chabacanamente con frivolidades y acomodarse a las tendencias más evasivas del mercado revisteril.
Fragua, supongo que con las dificultades propias de toda publicación de provincia, ha saltado a la liza con mucho empuje, el que su editorial, una especie de manifiesto vanguardista, expresa en una misión que con poesía y análisis tiende el mantel y sobre éste sus propósitos: “En tiempos en que se uniforman el poder autoritario, la desinformación, la desigualdad, la marginalidad y la soledad; en días en que el capital circula en tan solo el diez por ciento de la población mundial, atrevámonos a globalizar nuestro noventa por ciento de probabilidades que emergen de la capacidad e ingenio en resistencia. Lennon imaginaba un mundo global, un mundo sin fronteras, donde el circulante fuera la necesidad de amar”. Tras esta reflexión, propone “Abrir los ojos para observar la vida que corre detrás de una pelota en el parque (…) Abrir la calle para los peatones, los ciudadanos de a pie. Abrir espacios comunes para que la tolerancia, la inclusión y la solidaridad se hagan presentes (…) Abrir los archivos y las cuentas públicas para saber más de nuestros gobiernos…”.
Julio César Ramírez y su equipo ofrecen en su primera Fragua de palabras amplios abordajes al tema del agua en La Laguna, al tema del transporte local y al de Pasta de Conchos, entre otros. Cuenta además con una interesante sección cultural. Creo que merecen nuestra felicitación, el elogio de la lectura y sinceros buenos deseos. Su teléfono es 7224813. Mucha suerte.

Estética elizaldeana

Unas horas después de su muerte, dejé volando esto en el blog: “Sé poco de esa música; lo digo con sinceridad, así como digo con sinceridad que si me aviento unas cervezas con amigos para mí no es repugnante oírla. Al contrario. Cierta ocasión, por ejemplo, me encontraba sumido en la ingesta de licores con amigos y uno puso un cd de banda narca; la voz que emergió del modular fue una revelación: era una voz fea, grave, con una leve entonación de borracho, pero al mismo tiempo atractiva, con un imán extraño y aseadamente populachero. Pregunté: ¿quién canta? La respuesta no tardó: Valentín Elizalde. Me encogí de hombres y aprobé, todavía desconcertado, la novedad de aquella voz. Ya no supe mucho sobre las canciones de Elizalde, sobre sus giras y su éxito. Una que otra vez lo vi de pasada en programas de espectáculos, pero no más.
Hoy me encuentro en los diarios que lo ejecutaron en Reynosa. ¿Qué caso tenía hacer eso? ¿A quién le sirve la muerte de un muchacho que se dedica, lo apreciemos o no, al canto popular? Mal. Muy mal. Las fuerzas siniestras de la muerte están indetenibles. La descomposición es infernal.No conozco el móvil del crimen, pero las motivaciones pueden ser tan estúpidas que pasan por el simple gusto: a un capo no le agradaba el cantante, o el cantante trabajó en una fiesta de los enemigos, y eso es razón suficiente para terminar con él. No puede ser. Se mata y se muere por insignificancias. Es la barbarie”.
Durante la semana, como para confirmarme la corazonada, la prensa nacional dejó ver que en efecto fue un asunto de narcos, una canción buscabullas, frívolas disputas de prestigio, algo así, pues poco se puede saber en realidad sobre el drenaje profundo de una industria tan hermética.
Luego del homicidio, el trágico efecto Selena convirtió al cantante de Sonora en un mártir ubicuo. Programas de espectáculos, de videorrolas, de radio, restaurantes, tiendas de lo que sea, en todas partes aparecía la imagen y/o la voz de Elizalde. El colmo fue lo que viví el jueves en mi terapia semanal budista de la lucha libre gomezpalatina: en cada intermedio nos recetaron dos o tres canciones del “Gallo de Oro”, lo cual me llevó a reflexionar en su curiosa estética, en la razón de su éxito pre y post atentado.
Como insinué en el blog, la fama de Elizalde obedece a la novedad de su voz. Esa peculiaridad me recuerda los versos de una canción interpretada por Alfredo Zitarrosa, acaso el cantor uruguayo más grande de la historia; no los retengo textuales en la memoria, pero me impresionaba que el genio charrúa dijera allí que algunas piezas lucen más cuando son interpretadas con cierta fealdad que “bien cantadas”. Siento ahora que en eso radica el curioso encanto de Elizalde. Su estética rompe con las voces atildadas, chillonas, agudísimas e inalcanzables de los vocalistas banderos (Julio Preciado sería su Caruso). La de Elizalde fue, es pues, una voz que bordea con descaro los predios del espanto, una voz que por cierto no correspondía con la imagen del prematuro galán que la articulaba, ya que parecía emerger de un gaznate cuidadosamente estropeado por los años, arenoso. Oí, por ejemplo, la versión elizaldeana de “Eslabón por eslabón” y el joven hizo la hombrada de superar a Lalo Mora, pues en su garganta luce, llevada al extremo, una especie de cínica borrachera, unos vibratos desvergonzados, una tesitura a la que sólo hipar le falta para ser la del hermoso tío pedote que canta en las pachangas del rancho.
He ahí, creo, el secreto de Elizalde: abrió un camino nuevo a esa música despatarrada, francota y por lo común harto vulgar, tanto que en ocasiones llega a parecer rupestremente bella.

'Ahi' viene la plaga

Todo huele mal cuando uno acerca la nariz a la gangsteresa Gordillo. Repitamos su lista de cotos vigentes: una senaduría, varias diputaciones, un partido político y su financiamiento, el Issste, una subsecretaría de la SEP, el sindicato más grande de América Latina, en suma, dinero a pasto, control político extremo, corrupción que deja a Calígula convertido en Winnie Pooh. ¿No es demasiado? Esa y otras preguntas nos hacemos los ciudadanos de segunda cuando vemos casos como el de la líder sentista (por una letra también casi “santista”, y ya nomás eso le faltaría para acabar de aborrecerla).
La historia reciente de madame Gordillé está marcada por el éxito en la tenebra política y la consecuente adquisición de cuotas. Sus servicios al poder de turno han sido tan redituables que, terminado el 2 de julio, ella fue ubicada casi por unanimidad periodística como la ganona principal en la tómbola, pues operó como eficaz escarabajo, recordemos, para hacer proselitismo a favor del candidato panista cuando ya Roberto Madrazo (qepd) garantizaba al PRI un indiscutible tercer lugar.
Tras la imposición, sólo era necesario esperar el reparto del queso para ver el espectáculo del cuotismo entre los ratones. A la más añeja usanza del PRI, el nuevo e ilegítimo Ejecutivo tuvo que otorgar posiciones importantes a la doña magisterial. Llegó a sonar incluso la apocalíptica especie de que ella, sí, ella quería la SEP para tragársela en un taco. Ya tenía bien asegurado en su huacal el sindicato, un partido rémora, diputados y senadores, pero como su largo colmillo no tiene llenadero, hasta el momento, entre lo más sobresaliente, ya colocó a su alfil de lujo Miguel Ángel Yunes Linares en el Issste, caja chica que se vuelve estratégica para seguir hinchando de ganancias a la Ma Baker del profesorado nacional. Luego vino la designación que excedió los cálculos más pesimistas de quienes todavía creen (yo ya no) en la salvación educativa de México: tras el nombramiento de Josefina Vázquez Mota como encargada de la SEP (lo cual convirtió de golpe a Reyes Tamez en el segundo Vasconcelos de la historia), hace unos días el presidente de la usurpación le echó otro quinto al piano de la Gordillo: Fernando González Sánchez, yerno de la chiapaneca que tranquilamente pudo haber nacido en Palermo, amarró para ella la subsecretaría de Educación Básica de la SEP, otro predio fundamental no para los intereses del magisterio, sino de su líder y los truhanes que la acompañan.
En resumen, entre más amarra huesos la doña magisterial, más negro pinta el futuro de la educación en México. La Gordillo, ella sola, es una plaga.

viernes, diciembre 15, 2006

Pastorela federal

El afán didáctico de las pastorelas obliga a distinguir maniqueamente al bien del mal. Frente a los blancos pastorcillos que a Belén corren presurosos y que ya de tanto correr llevan los zapatos rotos, aparecen los rojísimos chamucos, seres malvados que buscan estropear el propósito de los peregrinos. Esa claridad expositiva, esa representación tajante de lo bueno y de lo perverso no se nota, es lamentable, en la representación pastorelesca que el gobierno federal ha emprendido para exhibir sus bíceps a la podredumbre narca. Creció tanto el mal, se multiplicó como paradójico pan bíblico, permeó tanto la estructura de la autoridad que ahora no creo que se distinga muy bien si lo ocurrido en Michoacán es en verdad un ataque sincero al delito o una simple escaramuza escenográfica para insinuar que el nuevo gobierno viene “fuerte”.
Sea lo que fuere, el operativo en tierras de Tata Cárdenas despierta innumerables dudas no sólo sobre su sentido, sino sobre su pertinencia y su eficacia en el mediano plazo. En cuanto al sentido, insisto que más parece una pastorela en la que el gobierno emprende la cacería de un diablo difuso nomás para emitir mensajes con dividendo mediático, que un claro afán de cerrarle la cortina al narco en aquella entidad. Sobre su pertinencia, me da la impresión de que antes de volcar la casa por la ventana en materia de recursos invertidos contra el delito, el gobierno actual debió dar señas presupuestales a favor de otros renglones, como el de la educación, rubro golpeado en todos los niveles académicos, visto el caso hoy ejemplar de la puñalada trapera que le quieren asestar a la UNAM.
Por último, y esto es lo más grave, ¿qué tan eficaz será el operativo si pensamos que es sólo un entidad la que gozará los “beneficios” de la militarización? ¿Imaginamos siquiera las intrincadas condiciones del terreno en el que se mueven los narcazos de aquel estado? No es Michoacán precisamente una planicie, y dados los recursos que ostentan los malos del film no es remoto que tengan, como Osama Bin Laden en Afganistán, escondites inaccesibles en el monte. Por otra parte, ¿cuánto tiempo podrán estar allá los efectivos del ejército? ¿Cuántos miles más se necesitarían para Chihuahua, Nuevo León, Jalisco, Baja California, Sinaloa, Tamaulipas…?
La mejor señal no debió ser la mano durísima contra el delito, pues el diablo sabe huir y hasta se mezcla con los buenos de la pastorela. Lo ideal hubiera sido demostrar que el nuevo gobierno desea en verdad romper lanzas contra un modelo económico que sólo ha traído pobreza y crimen a raudales. Eso sería más sano y eficaz, no cazar pingos a lo loco.

jueves, diciembre 14, 2006

Todo el poder

Una senaduría, varias diputaciones, un partido político, el Issste, la subsecretaría de la SEP, el sindicato más grande de América Latina, dinero a pasto. ¿No es demasiado? ¿A qué hora entrará Elba Esther Gordillo a la cárcel?

Mafia hertziana

No era imprescindible que él lo dijera, aunque se agradece que de vez en cuando los intelectuales más influyentes del país recuerden que el poder que de veras mueve la conciencia de los mexicanos es el de la televisión duopolizada. Ayer, Héctor Aguilar Camín escribió esto: “Si algo ha quedado claro en los años de la democracia mexicana es que quien quiera ganar una elección debe pasar por los medios”.
Cierto: quien quiera ganar una elección debe pasar por los medios, particularmente por la televisión que en nuestro país es, desde hace años, el verdadero fiel de la balanza, la palanca que encumbra o liquida según los intereses económicos que se muevan por debajo de la mesa, no por el real deseo de informar. Reconocido esto como una obviedad ahora perogrullesca, faltaría insistir en otra obviedad por lo visto no tan obvia: la tele es catapulta inmejorable si de lo que se trata es de levantar la imagen, tanto como si se desea lo contrario: apagar, sepultar a un enemigo, como le ocurrió en la pasada contienda electoral al candidato incómodo.
La gente ya está harta de refritear las pasadas elecciones, dicen algunos, como si el robo de un sexenio fuera cosa para olvidar en dos o tres semanas. Hoy, el duopolio de Televisa y TV Azteca muestran cómo se las gastan esos medios de comunicación, y esto innegablemente tiene relación con su pasado comportamiento durante las elecciones. Como lo hemos visto a diario desde hace algunas semanas, un tema cunde en los noticieros de ambas empresas; no los mueve el afán de denuncia, la generosa idea de salvar a la patria de empresarios rapaces, sino el torcido propósito de conservar el poder televisivo en sólo dos razones sociales: la de Televisa y la de TV Azteca. Sin freno, con una brutalidad digna de mafiosos, los comentaristas y los reporteros de las televisoras tienen la orden de destrozar, entre otros, al Grupo Saba, emporio que controla en México la distribución de medicamentos. No digo más, pues todos hemos visto la manera ruin en la que entrevistan a pobres ciudadanos que, honestamente lacrimosos, no pueden pagar sus medicinas y confiesan su impotencia. No defiendo al Grupo Saba ni a Telemundo, que son fichitas iguales o peores que las denunciantes, sólo hago ver que las televisoras tienen mucha fibra para armar páneles, mesas de análisis, noticieros y demás donde no queda hueso sano de enemigos electorales, pero no son capaces de ver las vigas en sus ojos, la forma harto cochina en la que manipulan información de su conveniencia.
Por eso me alarmo: hay millones de ciudadanos que todavía basan su opinión sobre las elecciones en argumentos televiscosos. Da pena.

Allende en off

Murió el sátrapa, habló de nuevo Allende: “Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios. Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios clasistas que defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas (…)
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”.

martes, diciembre 12, 2006

Hallazgos en San Luis

Todavía estoy en la ciudad de San Luis Potosí. Lo mejor de este viaje fue conocer a tres personas: al arquitecto Manuel Sánchez, maestro e investigador de la Universidad de Guanajuato, con quien trabé grata conversación; y a la pareja de escritores formada por el narrador David Ojeda y la poeta Laura Elena González, quienes me trataron espléndidamente, me regalaron sus libros y de golpe me mostraron su pródiga amistad. David, además de ser uno de los narradores más firmes del país, tiene en SLP una trayectoria docente y tallerística notable. Laura, a quien no tenía el gusto de conocer, es, por lo que pude apreciar, una poeta respetada y con una bibliografía ya muy estimable. A ambos les agradezco la afabilidad de su trato y el gusto de saberlos, desde ahora, mis amigos. Debo para más delante reseñas de sus libros. Las prometo.

lunes, diciembre 11, 2006

Duopolio cómplice

Me interesa mucho tener presente este comentario de Ricardo Alemán. Lo publicó hoy en El Universal. Luego daré mi parecer, lo que pienso en torno al abyecto papel que el duopolio jugó en las elecciones:

Intocables tocados

Ricardo Alemán

Es sabido que las televisoras no reaccionan con la fuerza con que lo están haciendo si no es porque ven un peligro real a su hegemonía
A penas el 5 de diciembre pasado dijimos aquí: "Si va en serio el afán democrático" del presidente Calderón, "está obligado a contener y/o regular el formidable poder fáctico de las televisoras y la radio, ´los intocables´ de hoy". Insistimos, "no es Eliot Ness pero, si es un demócrata, está obligado a combatir a los ´intocables´, cuya mafia es el mayor peligro para la democracia".
Y contra lo que muchos suponen, contra la percepción generalizada de que el Presidente no se atreverá a romper el duopolio de la televisión y el grupo compacto de la radio, lo cierto es que son muchos los indicios de que el nuevo mandatario tiene entre sus prioridades la decisión de abrir el espectro de la televisión y la radio a nuevos canales y frecuencias que permitan el crecimiento horizontal de la industria del entretenimiento y la información.
Y una primera evidencia está ante los ojos de todos; se puede ver en los canales abiertos de Televisa y Azteca, quienes con el tamaño de su embestida contra los poderosos grupos empresariales Saba y General Electric —quienes buscan la licitación de una tercera cadena de televisión abierta en México—, muestran el tamaño de la decisión que se estaría tomando en el naciente gobierno de Felipe Calderón. La campaña contra esos grupos privados no sólo pretende debilitarlos en su credibilidad y estructuras financieras, sino enviar el mensaje al nuevo gobierno de lo que le puede pasar al que atente contra los intereses de las televisoras, ahora aliadas contra sus verdaderos enemigos comunes: la democracia y la competencia.
Por eso la pregunta de fondo en torno a la escaramuza emprendida por las televisoras contra los grupos Saba y GE no es sobre el origen o las causas del conflicto. No, las verdaderas interrogantes están más abajo: ¿por qué Saba y GE decidieron licitar una tercera cadena nacional de televisión en México? ¿Fue una mera ocurrencia? ¿Por qué en el nuevo gobierno, el de Calderón, y no en el de Fox? ¿Se trata del pago de facturas electorales? ¿Cuentan con información privilegiada? Todos saben que empresas como Saba y GE no mueven un dedo en negocios de gran alcance, si no existen posibilidades reales de concretarlos. Esos grupos "no dan paso sin huarache". Sin duda algo saben.
Pero también es sabido por todos que las televisoras no reaccionan con la fuerza con que lo están haciendo ahora Televisa y Azteca si no es porque ven un peligro real a su hegemonía mediática, a su poder político y, sobre todo, a sus jugosas ganancias. La historia ha demostrado que sólo dos variables son capaces de lograr el milagro de la unificación: negocios compartidos como el futbol y el espectáculo en general o, en caso contrario, un peligro verdadero, inminente, un enemigo común. ¿Y cual es ese enemigo? La conclusión es la misma: la democracia y la competencia.
Pero en el supuesto de que, efectivamente, el gobierno de Calderón intente romper el monopolio de los medios electrónicos, existen preguntas fundamentales cuya respuesta explicaría lo que pasa debajo de esa espesa nata en que se encubren los intereses de un puñado de familias que controlan televisión y radio. ¿Por qué el gobierno de Calderón, y no el de Fox o el de Zedillo? ¿Acaso Calderón se habría convencido de su papel de Eliot Ness en el combate a ´los intocables´? ¿No resultaría un suicidio para su gobierno?
Los estrategas mediáticos del nuevo gobierno saben bien que es prioritaria una reforma electoral que restablezca la confianza en las instituciones electorales. Pero toda reforma electoral cruza por la reglamentación del papel de la radio y la televisión en los procesos electorales. Hoy las elecciones mexicanas y los cargos de elección popular son rehenes de esos monopolios, verdaderos poderes fácticos que están por sobre los poderes del Estado. Así, las reformas electorales de tercera generación serán imposibles o inviables, si permanecen intocados esos monopolios.
Pero existe una premisa aún más importante. Un gobierno como el de Calderón, debilitado por el estrecho margen de su votación, que no tiene mayoría en el Congreso, y que está acotado por los partidos opositores, no puede estar sometido por otros poderes fácticos, como la radio y la televisión. Por un reflejo elemental de sobrevivencia, el presidente Calderón está obligado a desmontar los poderes que operan al margen y contra las instituciones, como la televisión y la radio, como condición para edificar sus reformas. Es decir, los obstáculos para el nuevo gobierno no sólo están en sus adversarios políticos, sino en poderes fácticos como los monopolios electrónicos.
Un gobierno gana o pierde no sólo en las batallas con sus opositores, sino gana o pierde en los medios, sobre todo los electrónicos. Si el presidente Calderón tiene el valor de romper esos monopolios, de estimular la competencia y la democratización en las concesiones de televisión y radio, habrá quitado uno de los más sólidos obstáculos a su gestión. ¿Tendrá el valor? Al tiempo.

En camino al infierno

Estoy en San Luis Potosí, y la noticia me sorprende en un internet público. Pinochet ha muerto. ¿Puedo celebrar? No creo. El gorila se fue sin castigo, sin haber pisado la cárcel ni un segundo; si la pisó, quizá fue sólo para asistir a las sesiones de tortura de las que fue el más incansable promotor en la historia de su flagelado país. No puedo celebrar, pero pese a eso, como dice mi amigo Lagmanovich, hay un sentimiento de alivio tras la muerte del gorila. Por fin. Y como dice también mi amigo Neyret: ¡Viva Chile! Y digo yo: el más "temprano que tarde" hermosamente expresado por Allende ya está cerca, muy cerca.
A continuación, una de las últimas fotos tomadas a este zar de la muerte (la tomé hoy 11 de dciembre de La Tercera, periódico de Chile):

El burro Padilla

Es aceptable, y hasta de lo más común, que un diputado mexicano sea tarado, pero hay límites. Más que por fechorías evidentes, en casos de estupidez supina valdría la pena que los diputontos perdieran el fuero constitucional, pues de los rufianes uno se puede defender, pero no de los tarambanas insalvables. Un ejemplo reciente, un ejemplo que merece estar en el rincón del aula, sentado en un banquillo y con unas orejas de burro que lleguen hasta el techo, es el panista Raúl Padilla Orozco, presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, quien se aventó la nota finisemanal con sus declaraciones acerca de la UNAM.
Interrogado por periodistas luego de que se difundió un bajón al presupuesto para la máxima casa de estudios del país, Padilla mostró que no sólo ignoraba que debía presentar su declaración patrimonial, sino que no lee ni periódicos y se pasa por calva sea la parte el prestigio ganado por nuestra más importante institución académica. Padilla se puso muy contento con el recorte presupuestal para 2007, y tras las interrogantes de los reporteros se portó como todo un Cantinflas: “Creo que no podemos seguir inyectando dinero a la educación si no tenemos resultados académicos de los estudiantes que sean loables; debemos tener una evaluación”; “yo digo que todas las universidades merecen más de acuerdo con un índice de calidad en cuanto a resultados académicos”; “Yo no creo que esto sea nada en contra de la UNAM; el tema es que tenemos un tema en el cual tenemos (sic) que buscar eficiencia en la educación”; “si usted saca cero le ponen cinco, y el promedio mejora muchísimo con ese tema (sic). Repito, la educación es un tema muy valioso, muy importante, de veras, chéquelo”.
De estas respuestas me inquieta sobremanera la segunda: “yo digo que todas las universidades merecen más de acuerdo con un índice de calidad en cuanto a resultados académicos”. En esa lógica eficientista, de contador centavero, Padilla dejó ver el inmenso tamaño de su vaciedad intelectual; si de lo que se trata es de apoyar con más recursos a las escuelas con mayores “índices de calidad”, ¿por qué pues le cercenaron esa tajada de dinero a la UNAM? ¿Sabe Padilla qué lugar ocupa en el mundo esta universidad si la evaluamos con los criterios académicos más rigurosos?
Para responderle y embarrarle en la cara sus mequetrefes aseveraciones bastaría describirle el pabellón de la UNAM en la FIL de Guadalajara. ¿Tiene idea de lo que es? Si partimos de que la FIL es un monstruo, en ella no hay universidad que compita con la UNAM en términos de cantidad y calidad de publicaciones. Más: me atrevo a decir que el pabellón ocupado por la UNAM en la Feria es el más grande de todos, incluidas las editoriales comerciales más poderosas. Los libros que ahí ofrece la UNAM forman un catálogo aplastante, tan rico que nada le pide a ningún otro catálogo de publicaciones en el mundo. Eso y más, muchísimo más, coloca a la UNAM en el lugar 74 entre todas las universidades del planeta. Para Padilla eso no es motivo de respeto; antes bien, la cuestiona, la patea. Es el típico burrote del salón, y lo peor: con iniciativa.

sábado, diciembre 09, 2006

De León, cínico

Estoy viendo Olla de grillos. Mario, Marcela y Ángel acaban de entrevistar a Jesús de León Tello, diputado federal por el PAN que pasará a la historia por haber sido uno de los más cercanos guaruras (estaba a la izquierda, aplaude y aplaude como bobo) apostados al ladito del presidente espúreo en su toma de protesta. De León no tiene vergüenza; pese a su corta edad muestra una concha de tortuga tricentenaria. Con toda tranquilidad justificó la represión en Oaxaca, con toda campechanía dejó ver su joven perfil nazi. Y pensar que gana cien mil pesos como legislador. ¡Puta madre!

Cultura patito

Durante meses, muchos académicos honestos, artistas de fértil trayectoria y críticos de lo más agudo hablaron sobre la seducción que el mesías tropical ejerció sobre una buena parte de la fauna intelectual mexicana. No pude ser posible, resaltaron, que nomás por nomás un demagogo consiguiera hechizar a tanto ciudadano dizque pensante. ¿Qué no se dan cuenta del neodictadorzuelo que es? ¿No advierten el peligro por el que pasará México si llega al poder ese caudillo megalómano? Las respuestas a esas preguntas justificaron para ellos la andanada legaloide del desafuero, la sostenida fusilería mediática y al final el grosero fallo del Trife en el que nomás le recetaron a Fox diez padresnuestros de penitencia.
Quiero suponer ahora que la comunidad cultural no sólo deseaba denunciar la vileza del plan destructivo oficial, sino que ya sospechaba, por las pruebas ofrecidas en el foxismo, lo que hoy estamos viendo con FCH: que para el gobierno de la reacción empresarial la cultura importa tanto como el índice dow jones a un poeta maldito. Si la prueba del menosprecio foxista a la cultura se dio al arranque de aquel sexenio con la designación de una señora tontota al frente del Conaculta (no es gratuito que se le llamara desde entonces Consejo Nacional para la Costura en las Tardes), FCH hizo lo suyo para demostrar que la cultura seguirá siendo en su amañado sexenio un apéndice prescindible, la molesta cancha donde se mueven locos, putos y mariguanos que no tienen derecho a ingresar en el reino de la plata oficial.
El 30 por ciento de reducción al presupuesto cultural, la llegada de Josefina Vázquez Mota a Educación, el arribo de un cruzado medieval al Conacyt, en contraste con el endurecimiento de las áreas de gobernación y seguridad son una prueba hoy tangible de que tal vez el mesías tropical hubiera sido peligroso en teniendo el poder presidencial, pero acaso no menos que los caballeros de Colón que, como el culto Fox, quisieran sacar el pistolón cuando oyen la palabra cultura.
Taibo II lo sintetizó muy bien ayer: “los dos primeros actos de este gobierno son detener a los mediadores de Oaxaca que iban a entrevistarse en la Secretaría de Gobernación y disminuir el presupuesto a la cultura. Si ese señor Calderón quería hacer un retrato de sí mismo y el futuro, lo logró plenamente, es el retrato ideal”.
A estas alturas todo político es un peligro hasta que demuestre lo contrario. Si AMLO se hubiera hecho de la presidencia, en este momento ya sabríamos cuál sería su presupuesto a la cultura. No sé de cuánto sería, pero dudo que le hubiera trasquilado el procaz 30 por ciento de FCH.

Aguas con estos

El tráfago informativo apenas ha permitido apreciar en su justa dimensión el peligro de la mano dura con la que, desde Oaxaca para todo México, ha comenzado a golpear el nuevo gobierno facho encabezado por FCH. Si bien ha sido Flavio Sosa el icono más socorrido para ilustrar la nota, ni en su caso ni en el de muchos como suyo es intrascendente la forma en la que lo apresaron y posteriormente lo metieron a un tambo remoto. Sosa puede ser un saltimbanqui político, ser tan obeso y desgarbado que algunos articulistas celebrarán el encarcelamiento de ese “cavernícola”, pero el método gubernamental no deja dudas sobre el peligro que tenemos en la jeta: frente a la polarización y al empobrecimiento causado por ellos mismos, los dueños del país no tienen más respuesta que la brutalidad.
El líder de la APPO es apenas, por ello, la crestita saliente de una proyecto mayor, el mismo que ya mandó presos oaxaqueños a una cárcel nayarita, el mismo que militarizó hasta el coño los alrededores y el interior de San Lázaro para hacer posible la pantomima del primero de diciembre, el mismo que ya inició sus amagos a la prensa incómoda, el mismo que no parece tener, y que seguramente no tendrá, mejor argumento que el garrote bien asido en las manos de Ramírez Acuña.
Recuerdo que hace poco, durante la etapa más efervescente de las elecciones, muchos analistas señalaron que era hiperbólico llamar “guerra sucia” al bombardeo de los puercos espots con los que nuestro docto empresariado sumó candela a favor de FCH. Para guerras sucias, dijeron algunos, la de Echeverría en los setenta; aquélla sí fue una verdadera cacería de opositores. Tenían razón, y al mismo tiempo no la tenían. Los espots no fueron una guerra sucia comparable a la perpetrada durante el echeverriato contra la izquierda más radical, pero sí eran ya un conato, el preludio amenazante de lo que hoy estamos viendo con mayor crudeza. Militarizar la Cámara, detener a alguien y embuchacarlo a dos mil kilómetros, pactar para el diálogo y luego apresar, insinuar a ciertos periodistas que se callen o les irá mal, eso ya es guerra sucia sin eufemismos, es guerra sucia químicamente pura, de ahí la alarma con la que traduzco los primeros mensajes emitidos por el nuevo gobierno.
Así arrancó ayer la Plaza pública de Granados Chapa: “La destrucción de varios inmuebles (…) que los dirigentes de la Asamblea popular de los pueblos de Oaxaca niegan haber realizado parece haber sido cuidadosamente planeada para asestar el golpe final a esa organización, y con eso consolidar al gobernador Ulises Ruiz”. Aguas pues con esos compas. No están jugando.

jueves, diciembre 07, 2006

Pedir perdón

Ciro Gómez Leyva tiene derecho a pedir que AMLO pida perdón a los encuestadores. Finalmente, dice el columnista, casi todas las casas especializadas en demoscopía adelantaron la caída del Peje obsesionado en decir que siempre estuvo arriba en los momios. En la misma columna deja ver que los encuestadores son cuidadosos y suelen no revelar resultados cuando no favorecen a sus clientes. Si esto hicieron los contratados por la Coalición, ¿qué confianza podemos tener ya en los tratos establecidos por otras empresas con otros grupos políticos? En fin: la guerra de las encuestas, que es lo más parecido a una guerra de lodo, fue determinante en las pasadas elecciones, y lo único que faltaría por ver es quién encuestará a los encuestadores para saber, acaso borrosamente, qué grado de confianza todavía tiene en ellas el ciudadano de a pie.
Cierto o falso el fantástico rebase del michoacano al tabasqueño, y dado que ahora se le exige al Peje una disculpa a los encuestadores, no sé por qué no se le solicita algo similar a FCH. El michoacano que hoy despacha en Los Pinos, recordemos, articuló con los suyos la campaña más aviesa que registre la histórica política de México. Por muchas razones fue vomitiva, más incluso que aquellas campañas legendarias en las que el PRI iba solo a la competencia y en las que todos sabían que el grado de antidemocracia padecido por México hacía del proceso electoral un simple cuento chino.
Del PAN que alcanzó el poder en 2000, del PAN que siempre ha fanfarroneado de demócrata, se esperaba una pelea leal, ceñida al proceder de sus líderes históricos como Manuel Gómez Morín, Pablo Emilio Madero, Manuel Clouthier y Carlos Castillo Peraza. Pero no, la lealtad en el combate no fue la estrategia seguida por el blanquiazul al que tomaron por asalto los oscureros más tenebrosos de la reacción. En vez de luchar con aseo, se dedicaron a dar codazos y patadas en los tanates, se dedicaron a mentir y a tergiversar, se dedicaron a ofender y a confundir, y al final se hicieron de la presidencia como Ríos Galeana se hacía de sus botines en los bancos.
Hoy, pese a eso, nadie le pide a FCH que pida perdón, que al menos recuerde tantitito la escoria de campaña que sostuvo sin empacho. Claro, es, según muchos, el presidente de la república, el ganador, y como goza de tal condición es imposible refrescarle la memoria, hacerle ver que la suya, seamos generosos, es una presidencia manchada. Pero pida o no disculpas, el daño está hecho, de ahí que los agraviados no lo quieran tomar como interlocutor. No entablar ningún diálogo con él me parece lo más congruente, él único camino que dejó la protervia de sangre azul.

miércoles, diciembre 06, 2006

Sobre el agua en Nomádica

Mi más reciente colaboración para Nomádica:

El edén lagunero y el agua del futuro

A veces uno es harto malagradecido. Vivimos en un lugar del mundo en el que jamás ha temblado, donde jamás habrá un tsunami ni un Vesubio ni un Chichonal, donde no pegan los ciclones ni amenazan los deslaves, donde las inundaciones son tan infrecuentes que ni las tememos y donde el clima fluctúa entre los 0 y los 40 grados con predominancia de los meses cálidos. Por si fuera poco, aquí nunca ha caído una bomba, no hay minas personales ni alambres de púas, nunca hemos padecido campos de concentración ni guerras bacteriológicas. Es, pese a la hostilidad del solazo que nos taladra la piel y de las tolvaneras que nos polvean el rostro hasta dejarlo dieciochesco, un lugar paradisíaco para vivir, el colmo de la tranquilidad. Lo único malo que nos puede pasar, curiosamente, no provendría de los elementos naturales ni de agentes exógenos que nos quieran agredir, sino de nosotros mismos.
Ese desastre lagunero llegará, si no cobramos conciencia, por nuestra desidia en relación al agua. El paraíso que recibimos de la naturaleza y la obra que le hemos añadido podrá ser un infierno si no le damos al agua el lugar protagónico que merece. Por ello me extraña, de entrada, que nunca en la historia de La Laguna se haya organizado un gran foro interdisciplinario y plural en torno al problema. Pienso en un espacio en el que, sin perder de vista la posibilidad de ver allí polémicas enconadas, no falte ninguna voz de peso: empresarios, ambientalistas, académicos, políticos, representantes de Conagua y de las dependencias municipales que administran el agua, medios de comunicación, personeros de la sociedad civil e incluso artistas. Pero no, eso no ocurre. Los empresarios lecheros evaden la confrontación de posturas, los políticos no se comprometen con nada, las instancias administradoras del agua sacan el bulto y los académicos dejan archivados sus estudios en el baúl de las propuestas que nunca nadie conocerá.
Me da gusto, por ello, saber que, así sea en lugares que no son La Laguna, se difundan trabajos donde la experiencia positiva (es decir, real, tangible) muestra la importancia de tomar tal o cual decisión respecto al uso y conservación del vital recurso. El doctor Francisco Valdés Perezgasga, en su generoso afán por ponerme al corriente, me hizo llegar el ensayo “Cuencas sanas, agua segura para beber”, de la especialista Sandra Postel. La traducción es del propio ambientalista lagunero, y aunque no me autorizó a difundirlo completo, nunca me indicó que no podía citar ciertos fragmentos. El eje del discurso ha sido espléndidamente resumido en el título, es decir, la estudiosa plantea en su artículo (nueve cuartillas con cuadros y rico suministro de notas) que el agua del futuro depende de las cuencas de los ríos, de su preservación y respeto. Cito textualmente tres párrafos que me parecen esclarecedores:
a) El agua que se usa para beber, cocinar y otros usos es apenas el 10 por ciento de toda el agua usada en el mundo. Sin embargo, esta demanda se concentra en ciudades densamente pobladas, y puede ejercer serias presiones sobre los ríos, lagos y humedales de una región dada. Además, el agua para consumo doméstico debe cumplir con altos estándares de calidad, cosa que no se exige al agua para usos agrícolas o industriales. Entre más contaminada esté la fuente de agua, más caro será su tratamiento para potabilizarla. En un caso extremo, la ciudad de Mombasa, Kenya, abandonó de plano su sistema de agua potable, tras de una década de operación, por los elevados costos de operación provocados por el deterioro de la calidad de su fuente de abastecimiento. Afortunadamente, un número creciente de ciudades y gobiernos en todo el mundo están descubriendo los beneficios de un hecho poco valorado hasta ahora: que las cuencas sanas son las fábricas naturales del agua y que protegerlas es rentable. Los bosques y los humedales pueden producir agua de gran calidad a un costo menor que las plantas potabilizadoras convencionales a la vez que suministran muchos otros beneficios valiosos, desde sitios para actividades recreativas hasta la conservación de la biodiversidad y la protección del clima.
b) Varias grandes ciudades de los Estados Unidos han evitado construir instalaciones costosas para tratar su agua invirtiendo en la conservación de sus cuencas para mantener la pureza de su agua potable. La Ley del Agua Potable Segura de los EUA (Safe Drinking Water Act) obliga a las ciudades que dependen de sus ríos, lagos u otras fuentes superficiales para proveer a sus habitantes de agua potable, a que construyan plantas potabilizadoras. Sin embargo, se puede eximir de esta obligación a las ciudades que demuestren que están protegiendo sus cuencas hidrológicas. Seattle y otras ciudades han tomado el camino de la protección de sus cuencas para ahorrarle a sus habitantes cientos de millones de dólares en gastos de capital.
c) Al reducir el desperdicio y motivar la conservación, las ciudades pueden dejar más agua en los ríos y lagos, construir menos presas y de menor tamaño, bombear menos agua del subsuelo y reducir la cantidad de energía y químicos necesarios para tratar y distribuir el agua. A pesar de todos estos beneficios, las ciudades suelen ver a la conservación solamente como una respuesta de emergencia ante la sequía en lugar de verla como un elemento central de la planeación del suministro de agua. Afortunadamente hay excepciones brillantes a esta regla. Copenhague, en Dinamarca, presume de unas pérdidas por fugas de tan solo un 3 por ciento, quizá la tasa más baja en el mundo. Fukuoka, Japón, no se queda atrás con una tasa de fugas de 5 por ciento. Pero ninguna ciudad iguala el éxito de la zona metropolitana de Boston en la conservación de su agua, donde se alcanzó el uso más bajo de agua per cápita en 50 años en 2004.
Vuelvo yo: ¿por qué no sentarnos pues a discutir si la experiencia ajena nos es útil? A final de cuentas el agua no es de nosotros los laguneros del presente: le pertenece al futuro. No matemos el terregoso paraíso —pero paraíso al fin— que todavía tenemos.